domingo, 4 de julio de 2010

El capitalismo como una religión


Ahora que estoy sufriendo en carne propia lo que es estar marginado del sistema, puedo ver claramente como este nos determina hasta tal punto que podemos venerarlo o despreciarlo con la misma intensidad que lo haríamos después de una relación amorosa.

Un problema financiero es como un cáncer del alma, en el cáncer uno no se resigna, uno lo niega, uno lo entiende y finalmente uno lo acepta.
En un problema financiero, uno no lo cree, uno lucha, uno lo entiende y uno lo acepta. Es la misma realidad en dos realidades indivisibles: cuerpo y mente.

Nuestro sistema funciona como un reloj que vigila la entrada y salida de sus empleados: los trabajadores, los estudiantes, los profesionales, las gerencias y todo el organigrama que corresponde a nuestra naturaleza ovejuna, bovina en palabras de Melo(Melo, 2009) se despliega frente a nuestra indolencia porque consideramos bueno lo que para la mayoría es bueno y por eso no lo cuestionamos.

De la misma mamera, generalmente no cuestionamos nuestras creencias, credos, fes y sistemas de sostén que nos mantienen a flote y que no nos permite hacer de y por nuestra vida lo que querramos. No cuestionamos las cosas que se ven y se viven como si fuera normal. La normalidad produce pereza mental pero cuando pensamos con cabeza propia nos volvemos peligrosos. Dejar la zona de comidad y entrar en la zona de incertidumbre es el reto de pensar con las propias neuronas y no con las establecidas por un credo, una religión o un sistema político.

Según se sabe, una de las acepciones que se le pone a la religión es que es un conjunto de creencias o normas acerca de la divinidad, de los sentimientos de veneración y temor hacia ella; de normas morales de conducta y de prácticas para darle culto. También es una obligación de conciencia o el cumplimiento de un deber. Y eso me hace pensar, relamnete me saca de mis esquemas y me hace pensar: ¿es que todos obedecemos lo que nos dice un sistema, una religión determinada, un partido político o un deporte y no tomamos el control de nuestra vida por el simple hecho de vivir en la normalidad?

El capitalismo es una doctrina y llega a tal su influencia que podría decirse que es un culto religioso.

Como toda doctrina tiene implícita en su semántica un sufijo que le da fuerza o debilidad al adjetivo al que acompaña. Aquí ISMO ejerce un troque en la palabra CAPITAL. Este sufijo significa "doctrina, sistema, oficio, partidario de una doctrina" mientras que el sema principal (Capit) significa cabeza!! Entonces vivimos en la doctrina de la cabeza!!

Eso explica muchas cosas. La cabeza, para que haga su trabajo, debe ser fría, engañosa, seductora, quimérica y calculadora. De esta manera quien esta a la cabeza no puede ser alguien en el que predomine la calidez, la verdad, el amor, la responsabilidad y la incertidumbre. Eso no sería normal, no es parte del ser capitalista!!

Y como en la doctrina religiosa (espiritual), existe también un nexo total con la cabeza visible, alguien que piense, que ejecute; y unas cabezas invisibles, muchos que necesitan que se les piense y que se les haga, esa enorme masa de congéneres, que hace lo que su sistema le diga sin cuestionarlo.

Una religión necesita de:

- Un profeta
- Un Dios
- Una bebida
- Unos oficiadores
- Unos seguidores
- Un credo
- Una doctrina
- Un libro sagrado
- Unos defensores
- Unos detractores
- Unos himnos
- Un sistema de compensación lúdica

En el sistema capitalista (la religión de la cabeza) existen todos estos componentes:

- El profeta Adam Smith en el siglo XVII dilucidó el amanecer de una nueva forma de mercado que ya se había gestado con el descubrimiento de América y la transnacionalización de los mercados: esclavos, especias, maderas exóticas, piedras y metales precios. He aquí el profeta que clama en el desierto "La riqueza de las naciones descansa en la libre competencia de mercaderías y en el movimiento de la mano invisible. Además, se sustenta en el plus que a cada mercadería se le puede añadir". Mas consumo, mas necesidad de destruir, de neutralizar a la salvaje naturaleza que aún a pesar de su implacable defensa contra mortíferos ataques devastadores ha cedido y seguido alimentando las manos que la destruyen. Qué nobleza!!

- Un Dios. Los hebreos le han llamado mammón, los cristianos, codicia y todos lo conocemos simplemente como dinero. Toda nuestra confianza depositada en un pedazo de papel que vino de un árbol norteño donde los grandes del mercado imprimen sus firmas: los gerentes del banco central emisor, los gerentes de la casa de la moneda o los gerentes del tesoro. Y además están garantizados por una imagen noble, centellante y lúcida de un rey, reina o de un ilustre personaje que desbarató un paradigma preexistente y que ahora se lo venera y recuerda en cada compra de supermercado.

- Una bebida. El vino, la moksha, la cerveza; en todas las culturas los humanos han disfrutado de los exquisitos sabores de las bebidas divinas, de los néctares de los dioses y por supuesto el capitalismo no se queda fuera. Todos en las tierras de occidente y aún en las de oriente hemos bebido coca cola, hemos disfrutado de las aguas negras del capitalismo. Hemos visto las publicidades donde el personaje principal es una mesa en el comedor de la casa de gente de clase media disfrutando sus platos típicos alrededor de una botella de 3 litros de líquido capitalista.

- Unos oficiadores. Un cura, un chamán o un nigromante han sido los portavoces del evangelio en todas las doctrinas; unos ritos estereotipados y hasta la misma vestimenta atestigua el poder de quien ostenta el poder.
Los banqueros usan traje y corbata, los inversionistas usan la misma agua de colonia y los miembros de los ministerios públicos van en los mismos autos que se los compraron en un supermercado de autos.

- Unos seguidores. La enorme masa es mentalmente alimentada por los medios y es seducida por el marketing y la publicidad y asi se conforma a un ejercito de compradores que abarrotan los malls todos los días y lo celebran entre colores rojos y verdes en la fieta por antonomasia consumista: la navidad.

- Un credo. En las universidades "templos del saber" las aulas se abarrotan año a año con sedientos buscadores de tesoros que llenarán sus arcas mediante el conocimiento de la administración de empresas y las artes sofistas del mercado de consumo. Reflejarán en sus mentes el credo de "el tiempo es dinero"

- Una doctrina. Las ideas de los magos de la administración, del FMI o del banco mundial cierran constantemente los orificios por donde pueden respirar los países en desarrollo y los dejan con las cartas en la mesa con la intención de socavar hasta las entrañas los productos que fabrican a un precio 10 veces mas barato de lo que en los grandes supermercados se venden cuando es tiempo de navidad.

- Un libro sagrado. La Riqueza de las Naciones aclarará de una vez por todas aquellas dudas que queden en la mente de los asechadores y predadores del planeta.

- Unos defensores. Las transnacionales, los bancos interplanetarios, las comunicaciones, los medios de transporte y las tarjetas de crédito.

- Unos detractores. Unos greñudos de pelos largos, unos respetuosos de la naturaleza, unas mujeres con fuego en las venas, unos psiconautas, un grupo de gente que salva las ballenas de los enormes barcos cazadores.

- Unos himnos. Las canciones de moda que empalagan el oido diciéndole al escucha que no se haga responsable de nada porque de todo alguien mas va a tener la culpa y así todos salen bien librados de lo que a cada uno le atañe por obligación al vivir en este mundo. A todos se los llevará el diablo o beberán alcohol para cantar con el amigo cercano y llorar a la novia lejana hasta que la ebriedad haga su parte y se lleve la memoria del involucrado al país de la irresponsabilidad.

- Un sistema de compensación lúdica. Los casinos y el futbol apaciguan la enorme codicia y el deseo de estar agrupados, dos características de este humano bovino que con su mirada estúpida y su alelamiento existencial deja que le digan que tiene que hacer y nunca asume su parte de este trato que todos hemos firmado al venir a la tierra para dejarla mejor de lo que la encontramos.

Todos somos responsables de dejar las cosas mejor de lo que las encontramos y somos capaces de pensar con cabeza propia y tomar la decisión de despertar y de darse cuenta que la mayor parte de las cosas que hacemos dañan al planeta y que si nos cruzamos de brazos, la extinción esta a la vuleta de la esquina esperando con la guadaña y el fuego a llevarnos para siempre a nuestra completa autoextinción.