miércoles, 29 de septiembre de 2010

La filosofía, señora del "saber"


Han pasado mas de dos mes desde la última escritura y ha sido para entrar en la oscuridad y para, dentro de ella, meditar profundamente acerca de la vida, el sufrimiento y la felicidad.

He retomado a los filósofos y he decidido empezar una nueva relectura de los presocráticos, de Platón y Aristóteles. No es mi intención dar cátedra y lo que quiero es rescatar lo que yo comprendo de cada lectura que hago porque creo que eso es lo importante, aplicar aquello que se conoce y profundizar en aquello que se desea.

Así, los presocráticos mantienen la idea del origen, la inmutabilidad y la esencia de las cosas a través de los 4 elementos, Tales (624-546 a.C)con el agua, Anaxímenes(585-524a. C.) con el aire, Heráclito (535-484 a. C) con el fuego y Anaximandro (610-546 a. C)con lo que él definió como "lo indeterminado" eso que luego Platón retomará para explicar su mundo de las ideas.

A medida que la filosofía avanzaba y trataba de explicar el origen de todo, los grandes del pensamiento concluían que la busqueda del conocimiento estaba en descubrir como hacerse el bien a si mismo y a los demás. Sócrates desarrolla un método genial llamado mayéutica: llegar a las últimas consecuencias a partir de una pregunta inicial ¿quien soy?. Platón plantea que la busqueda de la felicidad termina cuando se llega a las imagenes primordiales o arquetípicas a través de la intuición espiritual y para Aritóteles es el orden y la sistematización lo que facilita el reencuentro con el bien.

Todos ellos querían "saber" y su fin supremo era entender que ese saber es ético en si mismo, es el fin supremo y desinteresado de la existencia humana.

La vida del filósofo es un camino ético que busca por naturaleza el bien de si mismo y de los demás a través del conocimiento, de ese saber que es por antonomasia, la búsqueda de la verdad y de lo bueno.

Entonces, una vida filosófica es una combinación de saber y saber hacer para hacer el bien.