miércoles, 27 de julio de 2011

Ser juiciositos




La niñez es una época determinante en el desarrollo psico-social de nuestra identidad. Gracias a este paso obligatorio por la vida, cuando todo es lúdico, cuando lo que más importa es pasarla bien con los amigos en la bicicleta o en el parque, hemos llegado a ser lo que ahora somos.

Hoy precisamente, después de que la Corte Provincial de Justicia de Pichincha nos convocó por segunda vez a mesa de conciliación a nuestros abogados y al abogado del banco pichincha y que por segunda vez en estos 56 meses de juicio el representante del banco dice que EL BANCO PICHINCHA NO NEGOCIA porque está en el derecho de anular créditos cuando se le ocurra, hoy precisamente pensaba en mi niñez.

Y esa fue la única prueba de descargo que arrojó el banco en nuestra contra. Y nosotros presentamos documentadamente más de 4 pruebas que ya de por si demuestran que nosotros estamos en la verdad. Y el banco sigue ciego.

Y yo me acordaba de mi niñez.

Mi abuelo me solía decir que sea juiciosito y siempre me recordaba cada vez que visitaba su hermosa casa con flores, que debía estar quietito, que no debía joder a los mayores y que debía respetar a todos como a mi mismo. Que sea juiciosito.

En términos y representaciones de mi abuelo he sido juicioso toda mi vida. Hasta ahora me acuerdo de no hacer bulla porque podría molestar a los vecinos, hasta ahora me gustan las cosas rectas, aunque sé cuan difícil es mantenerse erguido, y me encanta el consuelo espiritual que mi abuelo me ofrecía cuando me decía que debía aprender a postergar. Que todas las cosas no vienen de repente y que se necesitaba paciencia. Eso en psicología se llama TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN.

El recto obrar y el ser juiciosos se conectan , a mi parecer, a través del concepto de justicia, de equidad y de la vida ordinaria. La razón es simple; uno es justo cuando previamente se ha entrenado en la equidad al aplicarla en la vida de todos los días, la vida cotidiana. Nuestra tarea consiste en vivir los valores que nos legaron nuestros abuelos hace ya algunas décadas a lo largo de las 24 horas del día.

Sin embargo, entre la equidad y la vida cotidiana existe una mediación, un código de ética aprendido desde la infancia, grabado en nuestra memoria primitiva, establecido como creencias que se manifiestan en las conductas. Recordemos que las conductas son la confirmación de las palabras a través de la acción participativa. Las conductas son representaciones de nuestras inteligencias colectivas aprehendidas durante nuestra infancia.

Recordaba mi infancia cuando mi abuelo Miguel me enseñaba que debía ser juiciosito para que esa experiencia de niñez se transforme en virtud y luego en un juicio que me serviría como lección de vida.

Algunas veces el abuelo severo nos decía cuando llegabamos con novedades o con una pierna descarnada y ensangrentada o una lombriz entierrada y rosada o un pedazo brilloso del juguete de otro niño !CÁLMENSE, SEAN JUICIOSOS! CÁLMENSE QUE NO ESTÁN SOLOS, EL COSMOS LOS PROTEGE! y era maravilloso sentirse al abrigo del ancestro y cobijado con su sabiduría.

El abuelo Miguel me enseño a:

1. Jugar limpiamente
2. Trabajar primero y divertirme después
3. Aprender las (y de las) lecciones desagradables
4. Escuchar con paciencia las explicaciones aburridas.

Que sabio era el mayor. Con su pañuelo mugroso rojo con el que limpiaba todo, incluido mi sudor, y su propio proceder el me enseñaba a no hacer trampas en el trato con los otros, a no hacerse el importante con el éxito ajeno como si fuera suyo, a no avergonzarme de mi falta de conocimiento, a no quedarme con lo aprendido como última palabra y a actualizar mi mente constantemente, a cumplir mi palabra para que la gente confie en ella, a ser pacientes y a mantener el semblante fresco.

Y ahora que estoy grande y mi abuelo murio hace 28 años he aprendido varias lecciones por mi propia cuenta:

1. Ser muy compasivo primeramente conmigo mismo
2. Cumplir con mi palabra
3. Cumplir con mi deber profesional
4. No jugar con fuego
5. Mantener la compostura y saber que debo buscar la ocasión y el tiempo adecuado para decir la verdad que podría herir los delicados oídos de mi escucha, paciente, amigo, familiar, ser humano.
6. Controlarme en mi decir y en mi hacer sin darle cabida al dramatismo patético.
7. Ser siempre plenamente conciente de mis palabras y del peso que poseen.

Ahora se que la verdad me hará libre y que la verdad es el bien común.

Aún cuando el banco pichincha haya dicho que no quiere ninguna negociación por segunda vez yo aprendí que no puedo confiar en su eslogan "en confianza".

Casualmente la locución adverbial "en confianza" se la utiliza cuando hay algo que esconder, algo que ocultar. Cuando decimos "te lo cuento en chiquis, en corto o en confianza" tienen el mismo significado, te lo cuento ocultamente, para que otros no sepan. http://www.wordreference.com/definicion/confianza

Aprendí también que dos son los valores que el abuelo remachaba constantemente: ser juicioso y ser bondadoso porque los dos valores, la justicia y la bondad son en si mismos preservantes mentales que sirven para curar las aberraciones de la culpa.

Entendí que mi vida debe estar llena,como un cuenco con agua, de sabiduría que se basa en la experiencia del juicio y la bondad.

Gracias a mi abuelo que me enseño tanto.