domingo, 7 de julio de 2013

Filosofía y Salud Mental: acercamiento histórico a un cambio de paradigma.



Lobsang Espinoza, psicoterapeuta, semiólogo.












Introducción



Si la filosofía no alivia ninguna desventura, no es filosofía
Epicuro


                                                   
Para ubicar el contexto filosófico y psicológico que ahora nos aborda haré una primera referencia a la ciencia maestra: la filosofía.

El inicio de la filosofía científica principia con Sócrates (469 a.C). En su investigación de la naturaleza humana plantea un examen incesante de uno mismo y de los demás. Su famosa frase “conócete a ti mismo y conocerás el universo” se determinó como una guía deifica. Sócrates no propone una filosofía específica sino que comunica un estilo y un interés por la investigación.

Las ideas básicas de Sócrates son el conocimiento de sí mismo que al mismo tiempo implica la búsqueda de saber. Como consecuencia de estas búsquedas, llegará cada cual a la virtud, una forma de vida basada en la investigación y el autodescubrimiento. Saber y virtud se combinan y orientan el pensamiento occidental; el conocimiento (saber) y la práctica de ese conocimiento (virtud) completa la identidad del ser humano.

De esta manera, su sucesor, Platón, hiló todo su discurso basándose en esta idea “solo la filosofía puede realizar una comunidad humana fundada en la justicia”. Según la filosofía platónica, el pensamiento es el discurso que el alma mantiene consigo misma, es decir, el pensamiento es un diálogo interior en el que el alma se contesta y se pregunta a si misma.

Para Platón, vivir una vida adecuada implica tres valores: la prudencia (como ciencia), la sabiduría (la ciencia aplicada a la vida cotidiana) y la virtud (hacer siempre el bien) y estos mismos valores los vemos trabajados dos mil años después por la escuela psicoanalítica cultural. Karen Horney y Erich Fromm serán sus exponentes más preclaros.

Recordemos los trabajos de Fromm “Ética y Psicoanálisis”, “El miedo a la libertad” y “El arte de amar” donde este psicoanalista posfreudiano estudia las virtudes del amor: un amor productivo debe caracterizarse por el conocimiento, la responsabilidad, el cuidado y el respeto por uno mismo y por los demás.

En el siglo III a.C la filosofía aristotélica brillaba por su esplendor discursivo. La taxonomía, la clasificación y la sistematización del conocimiento instituyeron un paradigma racional, vertical y organizado que nos acompaña hasta el presente. A todos nos enseñaron a utilizar las palabras y los números de forma “lógica”, todos fuimos entrenados en la infancia a seguir una secuencia y luego en la adolescencia y adultez  nos enseñaron que cuando escribamos o presentemos una exposición es necesario hacer una introducción, el desarrollo de puntos fuertes y una conclusión. Todo eso se lo debemos al maestro Aristóteles.  

Sin embargo, entre el siglo III a.C y III d.C se desarrolló entre Grecia y Roma una filosofía  que daba más crédito al desarrollo de la virtud y la sabiduría, a la búsqueda y encuentro con la felicidad. Eran los estoicos, filósofos de la vida cotidiana. Esta escuela inspirará profundamente los estudios psicológicos de la terapia cognitiva de Aaron Beck y la terapia racional-emotiva de Albert Ellis ambos psicólogos del siglo XX.   

El cinismo y el epicureísmo, filosofías contemporáneas a los estoicos, reflexionaban desde el silencio y la rebeldía. El punto de vista de los cínicos y los epicúreos tiende a ser más crítico que conciliador y ante esta postura intelectual surgen los estoicos como una voz pacificadora, racional y conciliadora. Los estoicos son los filósofos de la mesura, la lógica y la razón aplicada a la vida de todos los días.

Filosofía Estoica y Salud Mental

Abbagnano, el célebre filósofo e historiador italiano del siglo XX resumía así las filosofías de la antigüedad:
“Para Sócrates la virtud es y debe ser ciencia y no hay virtud fuera de la ciencia. Platón concluye en el Filebo las profundizaciones sucesivas de su investigación diciendo que la vida humana perfecta es una vida mixta de ciencia y placer en la cual prevalece la ciencia. Aristóteles considera la vida teorética como la más alta manifestación de la vida humana y el mismo encarna y defiende con sus obras los intereses propios de esta actividad llevando todas sus investigaciones a todas las ramas de lo cognocible. Solo a partir de los cínicos se rompe por primera vez el equilibrio armónico entre ciencia y virtud; ellos acentuaron el peso de la virtud en detrimento de la ciencia y se hicieron partidarios de un ideal moral propagandístico y populachero, llegando a ser gravemente infieles a las enseñanzas de su maestro.

………la virtud se encuentra en la filosofía posaristotélica. La fórmula socrática, la virtud es ciencia, es sustituida por la fórmula la ciencia es virtud. El objetivo inmediato y urgente es la búsqueda de una orientación moral, a la cual debe estar subordinada, como a su fin, la orientación teorética. El pensamiento debe servir a la vida y no la vida al pensamiento……………la filosofía es todavía y siempre investigación. Pero investigación de orientación moral, de una conducta de vida que ya no tiene su centro y su unidad en la ciencia sino que subordina la ciencia a sí como el medio al fin. (Abbagnano, 1994)  

A lo largo de la historia, una de las principales fuentes de conocimiento fue la razón. Los socráticos, platónicos y aristotélicos habían configurado el mundo de la Ciencia. El razonamiento y la investigación orientaban las doctrinas posteriores a estos grandes maestros del pensamiento y durante 600 años sus ideas mantuvieron poder e influencia en el pensamiento occidental.  

Para el 300 d.C Grecia perdía influencia socio-política y Roma se transformaba en la capital del mundo. En ese escenario surge una escuela filosófica que pretendía reinterpretar las doctrinas clásicas y darle la vuelta a lo que ya se había cocinado de un lado, la razón y la ciencia. El lado masculino de la investigación.

Ahora, era el momento de analizar el otro lado de la filosofía: la virtud y la conciencia, el lado más femenino de la investigación, la intuición. Así, la filosofía estoica inscribe con sus ideas una forma alternativa de investigar. El estoicismo combina las antiguas doctrinas que estudiaban la razón con  nuevas interpretaciones de la realidad.

Abbagnano menciona que entre los muchos aportes a la filosofía, los estoicos destacaron especialmente en la definición de la lógica como dialéctica (todo se mueve). Sus contribuciones fueron además la teoría del significado (que es el origen de la semiótica estructuralista contemporánea), las teorías de la proposición y el razonamiento inmediato; las teorías del eterno retorno y de Dios como ÁNIMA MUNDI O ALMA DEL MUNDO; el análisis de las emociones, el concepto de autosuficiencia y la libertad del sabio; las definiciones de “valor” y ética; el saber identificar libertad y necesidad; el multiculturalismo, entre otras ideas que hasta nuestros días son motivo de discusión no solo académica sino cotidiana.

Gran parte de nosotros queremos saber hacia dónde vamos, cuál es el significado de la vida; queremos saber de la existencia de Dios o del adecuado comportamiento en sociedad, nos interesa saber qué es la libertad y como ejercerla; queremos entender cómo en el mundo contemporáneo podemos ejercer el multiculturalismo con inteligencia.

Los estoicos tienen mucho que decirnos ahora en pleno siglo XXI, en plena era de la información, en pleno escenario virtual. Ahora que gran parte de nuestra vida cotidiana está mediada por las redes de internet continuamos, como hace 1700 años atrás, en la búsqueda de un significado.

Como una demostración del pensar estoico leeré algunas instrucciones de vida que nos ha dejado uno de los más insignes representantes de la doctrina estoica: Epícteto

Epícteto, dice en su Manual de Vida:

“De todas las cosas del mundo unas dependen de nosotros y otras no. Depende de nosotros nuestros juicios y opiniones, nuestros movimientos y nuestros deseos, nuestras inclinaciones y nuestras aversiones, es decir, todos nuestros actos. Las cosas que no dependen de nosotros son el cuerpo, los bienes materiales, la fama, las dignidades y los honores, es decir, todas aquellas cosas que no entran en el ámbito de nuestros propios actos. Las cosas que dependen de nosotros son libres por su naturaleza misma, nada puede detenerlas ni levantar ante ellas obstáculo. En cambio, las que no dependen de nosotros son débiles, esclavas sujetas a mil circunstancias e inconvenientes y ajenas por completo a nosotros” (Epicteto, 1990)
 
Muchos siglos después, en el siglo XX, el profesor universitario de psicología Werner Wolf decía en 1950 que:

 “la pérdida del significado del yo en su relación con el mundo, en su relación con otras personas y sobre todo en su relación con la persona misma es el mayor síntoma general de los trastornos mentales……..el paciente debe aceptar sus buenas y malas actitudes como algo que le pertenece y no simplemente reprimir las mala o proyectarlas sobre otras personas. Después de esta aceptación del yo e paciente adquiere control sobre si mismo y la habilidad necesaria para cambiar su conducta” (Wolff, 1960)

La salud mental contemporánea se ha definido como un estado mental de bienestar en el que el individuo es consciente de sus propias capacidades. Cuenta con la habilidad de afrontar las tensiones de la vida cotidiana y trabajar de forma productiva

Otra definición de salud mental sería: “…. Un estado de bienestar psicológico y emocional que permite al sujeto emplear sus habilidades mentales, sociales y sentimentales para desempeñarse adecuadamente en las interacciones cotidianas.

Es decir que el ser humano tiene el poder de elegir como sentirse y que pensar. Desde la visión de los estoicos somos responsables de nuestra propia vida, de los actos, de los sentimientos y pensamientos propios. Tenemos libre albedrío. Y según las definiciones contemporáneas de salud mental, el ser humano equilibrado tiene la capacidad de decidir

Para medir la salud mental del individuo es necesario ver la otra cara, el lado enfermo de la psique.

Según David Rosenhan y Martin Seligman, 1989, existen algunos elementos que caracterizan la anormalidad psicológica:

·         El sufrimiento. Es el dolor del alma, la falta de confort, el malestar producido en algunos casos por causas biológicas como causas físicas o una disfunción corporal. En otros casos el dolor y el sufrimiento psicológico se derivan de ideas, eventos existenciales, recuerdos y otros aspectos no tangibles.

·         La conducta mal adaptativa. La adaptación describe la capacidad del individuo de interactuar con su medio ambiente, de afrontar los problemas de manera adecuada y de ajustarse y funcionar ante todo cambio dentro de las exigencias del entorno. Si esta adaptación no es posible, el síntoma emerge en forma de frustración.


·         La pérdida de control.  En Salud Mental, el control se refiere a la predictibilidad que a través del tiempo muestra una persona con respecto a su comportamiento. El individuo con autocontrol es predecible y la forma racional de actuar es tener un propósito para la actividad. Cuando el individuo pierde el control, usualmente la destrucción del obstáculo que causa la frustración está acompañado con explosiones de ira y posibles episodios agresivos.


Estados de bienestar psicológicos

Las investigaciones psicológicas enfocadas en la Salud Mental y desarrolladas a partir de la década de 1970 han llegado a establecer un modelo de bienestar que incluye 5 áreas vitales y doce sub-áreas.

Áreas Vitales 

  • Esencia y Espiritualidad
  • Trabajo y Ocio
  • Amistad y Amor
  • Autodominio    
Sub Áreas
  1. Sentido del Valor
  2. Sentido del Control
  3. Sentido Realista
  4. Conciencia Emocional
  5. Capacidad de Lucha
  6. Solución de Problemas y Desarrollo de la Creatividad
  7. Sentido del Humor
  8. Nutrición
  9. Ejercicio
  10. Sentido de Autoprotección
  11. Control de las Propias Tensiones
  12. Identidad Sexual e Identidad Cultural

Estas ideas calzarían perfectamente con la visión filosófica del existencialismo que ha sido una de las ramas filosóficas determinantes para comprender la salud mental.

Salud Mental y cambio de paradigmas

Desde la más remota antigüedad y hasta nuestros días, han existido y existirán enfermedades mentales. Nuestro trabajo como psicoterapeutas es aliviar el dolor y el sufrimiento subjetivos de quienes acuden a nuestro estudio.

En la edad media se consideraba al enfermo mental como un alma infeliz  poseído por algún demonio o sometido por las fuerzas oscuras. Solo a partir del siglo XVIII con la intervención del psiquiatra Pinel las condiciones del enfermo mental cambian. La medicina psiquiátrica se humaniza con el paciente y se dejan de aplicar soluciones drásticas, como baños en agua fría, giros a gran velocidad en máquinas diseñadas para ello y todo para “curar” al díscolo. Los enfermos mentales son agrupados en hospitales que luego tomarán el nombre de sanatorios  

Ahora, los métodos han cambiado notablemente y vivimos en un ambiente donde la salud mental ha pasado por fases bien definidas: el surgimiento de la psiquiatría médica, es decir, la visión organicista de la mente; el conductismo ruso de principios de siglo XX, el psicoanálisis de origen freudiano, las escuelas humanistas y actualmente los modelos de reprogramación como la PNL y el Coaching. Aunque no se debe dejar de lado la influencia actual de las terapias orientales como la aplicación del budismo en general y del budismo zen en particular.

Actualmente estamos familiarizados con nuevas terapia como el minfullness que es una aplicación del concepto milenario budista zen de la atención plena, del acto de vivir el presente como una responsabilidad personal.

Salud mental y espiritualidad. La visión de los estoicos.

 “La filosofía es el ejercicio de la virtud  (studium virtutis) aunque por medio de la misma virtud, ya que no puede haber ni virtud sin ejercicio, ni ejercicio de la virtud sin virtud” Séneca

Los estoicos plantean que el objetivo de la vida es alcanzar la sabiduría y la única forma de alcanzarla es el ejercicio de la virtud.

Quienes ejercemos la psicoterapia estamos en contacto diario con el síntoma, con la represión y es indispensable tener una base filosófica penetrante, profunda y sostenible.

Los estoicos pueden dejarnos una gran enseñanza si tomamos en cuenta el lado psicológico de su doctrina.

Epícteto puede resumir en una frase la interpretación que los estoicos hacen de la mente:

“Cada vez que te sientas asaltado por una idea perturbadora apresúrate a decir: te conozco, eres un puro engaño y no lo pareces. Después examínala bien y para sondearla profundamente emplea las reglas que te son familiares por haberlas aprendido, sobre todo, aquella que te hace saber si las cosas dependen de ti o no y si pertenece a estas, piensa sin dudar “nada me importa”.