Lobsang
Espinoza, psicoterapeuta, semiólogo.
Introducción
Si la filosofía no alivia ninguna desventura, no es filosofía
Epicuro
Para ubicar el contexto
filosófico y psicológico que ahora nos aborda haré una primera referencia a la
ciencia maestra: la filosofía.
El inicio de la filosofía
científica principia con Sócrates (469 a.C). En su investigación de la
naturaleza humana plantea un examen incesante de uno mismo y de los demás. Su
famosa frase “conócete a ti mismo y conocerás el universo” se determinó como
una guía deifica. Sócrates no propone una filosofía específica sino que
comunica un estilo y un interés por la investigación.
Las ideas básicas de
Sócrates son el conocimiento de sí mismo que al mismo tiempo implica la
búsqueda de saber. Como consecuencia de estas búsquedas, llegará cada cual a la
virtud, una forma de vida basada en la investigación y el autodescubrimiento.
Saber y virtud se combinan y orientan el pensamiento occidental; el
conocimiento (saber) y la práctica de ese conocimiento (virtud) completa la
identidad del ser humano.
De esta manera, su sucesor,
Platón, hiló todo su discurso basándose en esta idea “solo la filosofía puede
realizar una comunidad humana fundada en la justicia”. Según la filosofía
platónica, el pensamiento es el discurso que el alma mantiene consigo misma, es
decir, el pensamiento es un diálogo interior en el que el alma se contesta y se
pregunta a si misma.
Para Platón, vivir una vida
adecuada implica tres valores: la prudencia (como ciencia), la sabiduría (la
ciencia aplicada a la vida cotidiana) y la virtud (hacer siempre el bien) y
estos mismos valores los vemos trabajados dos mil años después por la escuela
psicoanalítica cultural. Karen Horney y Erich Fromm serán sus exponentes más
preclaros.
Recordemos los trabajos de
Fromm “Ética y Psicoanálisis”, “El miedo a la libertad” y “El arte de amar”
donde este psicoanalista posfreudiano estudia las virtudes del amor: un amor
productivo debe caracterizarse por el conocimiento, la responsabilidad, el
cuidado y el respeto por uno mismo y por los demás.
En el siglo III a.C la
filosofía aristotélica brillaba por su esplendor discursivo. La taxonomía, la
clasificación y la sistematización del conocimiento instituyeron un paradigma
racional, vertical y organizado que nos acompaña hasta el presente. A todos nos
enseñaron a utilizar las palabras y los números de forma “lógica”, todos fuimos
entrenados en la infancia a seguir una secuencia y luego en la adolescencia y
adultez nos enseñaron que cuando
escribamos o presentemos una exposición es necesario hacer una introducción, el
desarrollo de puntos fuertes y una conclusión. Todo eso se lo debemos al
maestro Aristóteles.
Sin embargo, entre el siglo
III a.C y III d.C se desarrolló entre Grecia y Roma una filosofía que daba más crédito al desarrollo de la
virtud y la sabiduría, a la búsqueda y encuentro con la felicidad. Eran los
estoicos, filósofos de la vida cotidiana. Esta escuela inspirará profundamente
los estudios psicológicos de la terapia cognitiva de Aaron Beck y la terapia
racional-emotiva de Albert Ellis ambos psicólogos del siglo XX.
El cinismo y el epicureísmo,
filosofías contemporáneas a los estoicos, reflexionaban desde el silencio y la
rebeldía. El punto de vista de los cínicos y los epicúreos tiende a ser más
crítico que conciliador y ante esta postura intelectual surgen los estoicos
como una voz pacificadora, racional y conciliadora. Los estoicos son los
filósofos de la mesura, la lógica y la razón aplicada a la vida de todos los
días.
Filosofía
Estoica y Salud Mental
Abbagnano, el célebre
filósofo e historiador italiano del siglo XX resumía así las filosofías de la
antigüedad:
“Para Sócrates la virtud es y debe ser
ciencia y no hay virtud fuera de la ciencia. Platón concluye en el Filebo las
profundizaciones sucesivas de su investigación diciendo que la vida humana
perfecta es una vida mixta de ciencia y placer en la cual prevalece la ciencia.
Aristóteles considera la vida teorética como la más alta manifestación de la
vida humana y el mismo encarna y defiende con sus obras los intereses propios
de esta actividad llevando todas sus investigaciones a todas las ramas de lo
cognocible. Solo a partir de los cínicos se rompe por primera vez el equilibrio
armónico entre ciencia y virtud; ellos acentuaron el peso de la virtud en
detrimento de la ciencia y se hicieron partidarios de un ideal moral
propagandístico y populachero, llegando a ser gravemente infieles a las
enseñanzas de su maestro.
………la virtud se encuentra en la
filosofía posaristotélica. La fórmula socrática, la virtud es ciencia, es
sustituida por la fórmula la ciencia es
virtud. El objetivo inmediato y urgente es la búsqueda de una orientación
moral, a la cual debe estar subordinada, como a su fin, la orientación
teorética. El pensamiento debe servir a la vida y no la vida al pensamiento……………la
filosofía es todavía y siempre investigación. Pero investigación de orientación
moral, de una conducta de vida que ya no tiene su centro y su unidad en la
ciencia sino que subordina la ciencia a sí como el medio al fin. (Abbagnano, 1994)
A lo largo de la historia,
una de las principales fuentes de conocimiento fue la razón. Los socráticos,
platónicos y aristotélicos habían configurado el mundo de la Ciencia. El
razonamiento y la investigación orientaban las doctrinas posteriores a estos
grandes maestros del pensamiento y durante 600 años sus ideas mantuvieron poder
e influencia en el pensamiento occidental.
Para el 300 d.C Grecia
perdía influencia socio-política y Roma se transformaba en la capital del
mundo. En ese escenario surge una escuela filosófica que pretendía
reinterpretar las doctrinas clásicas y darle la vuelta a lo que ya se había
cocinado de un lado, la razón y la ciencia. El lado masculino de la
investigación.
Ahora, era el momento de
analizar el otro lado de la filosofía: la virtud y la conciencia, el lado más
femenino de la investigación, la intuición. Así, la filosofía estoica inscribe con
sus ideas una forma alternativa de investigar. El estoicismo combina las
antiguas doctrinas que estudiaban la razón con nuevas interpretaciones de la realidad.
Abbagnano menciona que entre
los muchos aportes a la filosofía, los estoicos destacaron especialmente en la
definición de la lógica como dialéctica (todo se mueve). Sus contribuciones
fueron además la teoría del significado (que es el origen de la semiótica estructuralista
contemporánea), las teorías de la proposición y el razonamiento inmediato; las
teorías del eterno retorno y de Dios como ÁNIMA MUNDI O ALMA DEL MUNDO; el análisis de las emociones,
el concepto de autosuficiencia y la libertad del sabio; las definiciones de
“valor” y ética; el saber identificar libertad y necesidad; el
multiculturalismo, entre otras ideas que hasta nuestros días son motivo de
discusión no solo académica sino cotidiana.
Gran parte de nosotros
queremos saber hacia dónde vamos, cuál es el significado de la vida; queremos
saber de la existencia de Dios o del adecuado comportamiento en sociedad, nos
interesa saber qué es la libertad y como ejercerla; queremos entender cómo en
el mundo contemporáneo podemos ejercer el multiculturalismo con inteligencia.
Los estoicos tienen mucho
que decirnos ahora en pleno siglo XXI, en plena era de la información, en pleno
escenario virtual. Ahora que gran parte de nuestra vida cotidiana está mediada
por las redes de internet continuamos, como hace 1700 años atrás, en la
búsqueda de un significado.
Como una demostración del
pensar estoico leeré algunas instrucciones de vida que nos ha dejado uno de los
más insignes representantes de la doctrina estoica: Epícteto
Epícteto, dice en su Manual
de Vida:
“De todas las cosas del mundo unas dependen de
nosotros y otras no. Depende de nosotros nuestros juicios y opiniones, nuestros
movimientos y nuestros deseos, nuestras inclinaciones y nuestras aversiones, es
decir, todos nuestros actos. Las cosas que no dependen de nosotros son el
cuerpo, los bienes materiales, la fama, las dignidades y los honores, es decir,
todas aquellas cosas que no entran en el ámbito de nuestros propios actos. Las
cosas que dependen de nosotros son libres por su naturaleza misma, nada puede
detenerlas ni levantar ante ellas obstáculo. En cambio, las que no dependen de
nosotros son débiles, esclavas sujetas a mil circunstancias e inconvenientes y
ajenas por completo a nosotros” (Epicteto, 1990)
Muchos siglos después, en el
siglo XX, el profesor universitario de psicología Werner Wolf decía en 1950 que:
“la pérdida
del significado del yo en su relación con el mundo, en su relación con otras
personas y sobre todo en su relación con la persona misma es el mayor síntoma
general de los trastornos mentales……..el paciente debe aceptar sus buenas y
malas actitudes como algo que le pertenece y no simplemente reprimir las mala o
proyectarlas sobre otras personas. Después de esta aceptación del yo e paciente
adquiere control sobre si mismo y la habilidad necesaria para cambiar su
conducta” (Wolff, 1960)
La salud mental
contemporánea se ha definido como un estado mental de bienestar en el que el
individuo es consciente de sus propias capacidades. Cuenta con la habilidad de
afrontar las tensiones de la vida cotidiana y trabajar de forma productiva
Otra definición de salud
mental sería: “…. Un estado de bienestar psicológico y emocional que permite al
sujeto emplear sus habilidades mentales, sociales y sentimentales para
desempeñarse adecuadamente en las interacciones cotidianas.
Es decir que el ser humano
tiene el poder de elegir como sentirse y que pensar. Desde la visión de los
estoicos somos responsables de nuestra propia vida, de los actos, de los
sentimientos y pensamientos propios. Tenemos libre albedrío. Y según las
definiciones contemporáneas de salud mental, el ser humano equilibrado tiene la
capacidad de decidir
Para medir la salud mental
del individuo es necesario ver la otra cara, el lado enfermo de la psique.
Según David Rosenhan y
Martin Seligman, 1989, existen algunos elementos que caracterizan la
anormalidad psicológica:
·
El
sufrimiento. Es el dolor del alma, la falta de confort,
el malestar producido en algunos casos por causas biológicas como causas
físicas o una disfunción corporal. En otros casos el dolor y el sufrimiento
psicológico se derivan de ideas, eventos existenciales, recuerdos y otros
aspectos no tangibles.
·
La
conducta mal adaptativa. La adaptación describe la capacidad del
individuo de interactuar con su medio ambiente, de afrontar los problemas de
manera adecuada y de ajustarse y funcionar ante todo cambio dentro de las
exigencias del entorno. Si esta adaptación no es posible, el síntoma emerge en
forma de frustración.
·
La pérdida
de control. En
Salud Mental, el control se refiere a la predictibilidad que a través del
tiempo muestra una persona con respecto a su comportamiento. El individuo con
autocontrol es predecible y la forma racional de actuar es tener un propósito
para la actividad. Cuando el individuo pierde el control, usualmente la
destrucción del obstáculo que causa la frustración está acompañado con
explosiones de ira y posibles episodios agresivos.
Estados
de bienestar psicológicos
Las investigaciones
psicológicas enfocadas en la Salud Mental y desarrolladas a partir de la década
de 1970 han llegado a establecer un modelo de bienestar que incluye 5 áreas
vitales y doce sub-áreas.
Áreas Vitales
Áreas Vitales
- Esencia y Espiritualidad
- Trabajo y Ocio
- Amistad y Amor
- Autodominio
Sub Áreas
- Sentido del Valor
- Sentido del Control
- Sentido Realista
- Conciencia Emocional
- Capacidad de Lucha
- Solución de Problemas y Desarrollo de la Creatividad
- Sentido del Humor
- Nutrición
- Ejercicio
- Sentido de Autoprotección
- Control de las Propias Tensiones
- Identidad Sexual e Identidad Cultural
Estas ideas calzarían
perfectamente con la visión filosófica del existencialismo que ha sido una de
las ramas filosóficas determinantes para comprender la salud mental.
Salud
Mental y cambio de paradigmas
Desde la más remota
antigüedad y hasta nuestros días, han existido y existirán enfermedades
mentales. Nuestro trabajo como psicoterapeutas es aliviar el dolor y el
sufrimiento subjetivos de quienes acuden a nuestro estudio.
En la edad media se
consideraba al enfermo mental como un alma infeliz poseído por algún demonio o sometido por las
fuerzas oscuras. Solo a partir del siglo XVIII con la intervención del
psiquiatra Pinel las condiciones del enfermo mental cambian. La medicina
psiquiátrica se humaniza con el paciente y se dejan de aplicar soluciones
drásticas, como baños en agua fría, giros a gran velocidad en máquinas
diseñadas para ello y todo para “curar” al díscolo. Los enfermos mentales son
agrupados en hospitales que luego tomarán el nombre de sanatorios
Ahora, los métodos han
cambiado notablemente y vivimos en un ambiente donde la salud mental ha pasado
por fases bien definidas: el surgimiento de la psiquiatría médica, es decir, la
visión organicista de la mente; el conductismo ruso de principios de siglo XX,
el psicoanálisis de origen freudiano, las escuelas humanistas y actualmente los
modelos de reprogramación como la PNL y el Coaching. Aunque no se debe dejar de
lado la influencia actual de las terapias orientales como la aplicación del
budismo en general y del budismo zen en particular.
Actualmente estamos
familiarizados con nuevas terapia como el minfullness que es una aplicación del
concepto milenario budista zen de la atención plena, del acto de vivir el
presente como una responsabilidad personal.
Salud
mental y espiritualidad. La visión de los estoicos.
“La filosofía es el ejercicio de la
virtud (studium virtutis) aunque por medio de la misma virtud, ya que no
puede haber ni virtud sin ejercicio, ni ejercicio de la virtud sin virtud”
Séneca
Los estoicos plantean que el
objetivo de la vida es alcanzar la sabiduría y la única forma de alcanzarla es
el ejercicio de la virtud.
Quienes ejercemos la
psicoterapia estamos en contacto diario con el síntoma, con la represión y es
indispensable tener una base filosófica penetrante, profunda y sostenible.
Los estoicos pueden dejarnos
una gran enseñanza si tomamos en cuenta el lado psicológico de su doctrina.
Epícteto puede resumir en
una frase la interpretación que los estoicos hacen de la mente:
“Cada
vez que te sientas asaltado por una idea perturbadora apresúrate a decir: te
conozco, eres un puro engaño y no lo pareces. Después examínala bien y para
sondearla profundamente emplea las reglas que te son familiares por haberlas
aprendido, sobre todo, aquella que te hace saber si las cosas dependen de ti o
no y si pertenece a estas, piensa sin dudar “nada me importa”.
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