domingo, 14 de noviembre de 2010

Cautela en la cotidianidad



Un acercamiento a la mitología refresca nuestras bases antiguas cuyas raíces se hunden profundamente en la cultura griega y latina por la vía de nuestra herencia hispana.

Homero escribía los deslices de los dioses en sus novelas épicas y explicaba como se formaba su carácter tal cual son los humanos, llenos de defectos ennoblecidos por virtudes que, según el autor, se pueden trabajar día a día con la voluntad.

El mas famoso de los dioses por su enorme parecido con los humanos es Zeus, un dios que gozaba de los placeres de la carne principalmente el de la lujuria. Sin embargo, se le debe dar crédito a este dios libidinoso que cumplió a cabalidad su función: poner orden en el unvierso. Y para hacerlo tuvo que conocer a dos mujeres que le enseñarían esas grandes virtudes: Metis, la Prudencia y Temis, el Orden.

Las cosas marchan bien cuando la prudencia y el orden se combinan para generar y mantener el equilibrio en el universo no solo físico sino espiritual.

Una de las herramientas propicias para mantener ese equilibrio y llevar a la práctica una transformación interna es el manejo de los instintos y las pasiones. Modelar nuestras emociones básicas es un trabajo de tiempo completo y equivale a estar atentos a los síntomas que se presentan al rededor de nuestra propia neurosis.

Para llegar a ese dominio personal es adecuado hacer las actividades con el máximo esfuerzo, con determinación, con serenidad y sin fines egoístas. Allí está un sendero que hollar.

Y la fuerza que mueve todo esto a través de la sublimación es la fe. Para ser un individuo en desarrollo es importante luchar contra las tentaciones y analizar la situación con una mirada previsora