viernes, 4 de septiembre de 2009

La condescendencia templada con la respetabilidad




La reflexión de hoy parte de un precepto básico: la capacidad que todos los humanos tenemos para adaptarnos. Se ha dicho que en cualquier lugar que oscile entre los 40 grados bajo cero y 40 grados sobre cero la humanidad puede vivir normalmente. Lo que no se ha dicho es ¿a que temperatura de su propio yo puede vivir cómodamente? La persona promedio escapa con frecuencia de su propia responsabilidad de hacerse cargo de su vida y la deja en manos de otros como una prueba de su propia y autoaprobada inoperancia.

Para el desarrollo humano es adecuado ser condescendiente, benévolo primeramente con uno mismo. Habitualmente en terapia veo la rigidez mental frente al cambio. La incertidumbre es tomada como algo anormal y patológico. La mente de la persona psicorígida no admite los errores a los que todos los seres humanos estamos propensos experimentar, por tal motivo cualquier noción que nos aleje de nuestra zona de seguridad psicológica aterra, no se soporta lo incierto, no se es condescendiente. Si no lo soy conmigo mismo, no lo seré con el otro.

Lo opuesto es también inadecuado: ser excesivamente condescendiente. En Ecuador tenemos una frase que resume este exceso: "No hay que dejarse ver la cara de pendejo" y lo que se quiere decir con eso es que ser mas sagaz y más agudo es inadecuadamente concebido como ser más respetado. Se ve a quien es más avezado como un referente, como un modelo a seguir aún a expensas de la maldad que pueda propinar a sus semejantes.

Ser respetado es haberse ganado por mérito propio y no por opinión de los demás un espacio en la comunidad. Cuando se ha entregado tiempo, esfuerzo y dedicación disciplinada a una labor los resultados van a salir a la superficie tarde o temprano y el beneficio será proporcional al esfuerzo desplegado en tal faena.

Respetar y ser condescendientes es una combinación a la vez paradójica y totalmente aplicable a la vida cotidiana. Ser buena gente es buen negocio y aplicar la honradez a todo acto que esté bajo nuestro control será una carta de presentación de nuestra personalidad.

Entonces la temperatura ideal del yo en los humanos se puede medir tomando en cuenta nuestro propio autorespeto y nuestra capacidad para ser una mejor persona. Esto redundará en beneficio de todos aquellos con quienes entremos en contacto.

1 comentario:

  1. Siempre se habla de lealtada hacia los demás, muy pocas veces se habla de la lealtad con uno mismo, que importante es serse fieles, más de una vez me he descubierto haciendome "autogol". La forma en la que funciona el mundo es tan extraña que me aturde, sin darme cuenta me veo cumpliendo los deseos de todos, menos los míos; me retraigo y es ahi cuando empieza la pesadilla, la convivencia conmigo misma, ¿Por qué las personas tenemos miedo de conocernos?

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