jueves, 17 de septiembre de 2009

El talento templado con la diligencia




¿Qué sería de nosotros si desplegáramos las alas de la creatividad y dejáramos volar nuestra imaginación para llegar a las cimas mas altas, aquellas cumbres heladas que el Misterio nos tiene reservadas?¿ Qué sucedería si escucháramos a nuestro corazón y siguieramos sus instrucciones al sernos completamente fieles a nuestros intereses, a nuestra vocación, a nuestro talento?

Yinming llega con la cuarta propiedad espiritual a producir una reflexión por demás necesaria: nuestra vocación, nuestro talento. ¿Qué estamos haciendo con él?

Los griegos llamaban talento a una medida monetaria que equivalía a 26 kilos de plata, una cantidad nada despreciable con la que se podía comprar una enorme cantidad de cosas. En dinero actual un talento valdría $ 324.540 euros. Por supuesto que es, hasta nuestros días, una cantidad que haría temblar al que estuviera endeudado con ella o haría saltar en un pie al que lo hubiera ganado. Exactamente así y de la misma manera funciona nuestro talento humano, nuestra aptitud para hacer algo.

La vocación o talento con el que todos nacemos requiere ser descubierta a través de un recorrido interno que nos lleva a la autoexploración. Todos sabemos intuitivamente para que somos buenos, en que nos destacamos y en que brillamos y, si realmente nos respetamos a nosostros mismos nos escucharemos y nuestra voz interior trazará el camino, la ruta que nos lleve a explorar nuestras propias capacidades.

Cuantas veces se repite en los encuentros entre humanos, en los pasillos y en las áreas comunales lo lentos o torpes que fuimos al no aprovechar esa oportunidad de oro. El individuo se queja de no haber sacado brillo a su talento al haber desperdiciado el tiempo en cosas vanales como ver la televisión o espectar un deporte que solamente le producía una irrigación de endorfinas y nada más. Cuantas veces escuchamos a los viejos decir que no aprovecharon bien el tiempo y que ahora no sirven para nada cuando ya a esa edad, después de los 70, todo lo que uno tiene en sus manos es su talento acompañándolo a todas partes.

El talento solamente se desarrolla con diligencia, una cualidad que distingue al mediocre del acrisolado. Una cualidad que implica estar allí hasta obtener lo que se quiere, a tener la suficiente paciencia y cuidado para ejecutar algo. Y para estar allí hasta lograrlo se requiere serse fiel para soportar las tormentas e inclemencias que implica seguir los propios pasos sin imitar a nadie sino a si mismo.

Vaya oportunidad que se nos presenta siempre: saber que estoy en la capacidad de desarrollar mis capacidades, mis virtudes, mi razón de vivir con la diligencia a cada momento. El truco se resume en estar atentos (cuidadosos y ágiles en lo que hacemos) hasta convencernos de nuestras propias certezas.

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