sábado, 7 de septiembre de 2013

Experimentar y Expresar

Introducción

Los seres humanos somo poco conscientes de nuestras aptitudes y maneras de ser. Usualmente hacemos las cosas de forma robótica, maquinal, sin alma. Solo cuando empezamos a comprender que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana y tomamos conciencia de las herramientas que la propia vida nos ha dado a todos, podemos hacernos mas fuertes, más capaces, mas responsables y dueños de nuestra propia vida, de nuestros propios actos.

La mente es una capacidad intelectual humana. A los humanos se nos ha dado evolutivamente una herramienta de transformación de la realidad interior: la capacidad de usar la mente a voluntad. Nadie nos obliga a pensar en algo. Somos siempre los usuarios de la mente los que ponemos el material en este recipiente maravilloso, el cerebro, mediante la información que constantemente procesamos mediante los órganos de los sentidos. Somos nosotros y solo nosotros los que decidimos en que emplear la mente, en que pensar.

Además, somos nosotros quienes deseamos. Desear es aspirar a algo con anhelo y para hacerlo empleamos también otras facultades cognitivas como la imaginación. En psicología, se clasifica en facultades y cualidades a la capacidad de expresar y experimentar  respectivamente  pensamientos, sentimientos y acciones que hacen que las cosas "nos sucedan".

Facultades y Cualidades

Debemos entrenar nuestra mente. Con frecuencia uno cree saber usar su mente aunque en realidad es necesario entrenarla. Creemos que podemos controlar lo que pensamos o sentimos y la realidad nos muestra muchas veces lo contrario; no somos capaces de controlar un ataque de ira repentino cuando no logramos encontrar lo que acabamos de tomar conciencia que ha desaparecido. Nos molesta terriblemente la incapacidad de los demás para no ver lo que a nuestra vista en obvio y no nos damos cuenta que cada cual hace realidad su mundo exterior debido a lo que ha estado trabajando en su realidad interior.

La mente, al igual que cualquier otro sistema, tiene reglas. Una de esas reglas es el deseo. Básicamente, todo lo que uno es, es la respuesta a un deseo. Dentro de nuestro interior existen fuerzas que gobiernan el alma. Esas fuerzas son las Facultades, aquellas formas que el alma utiliza para expresar su contenido. Estas Facultades son:

  • El deseo
  • La fe
  • La imaginación
  • La razón 
  • El guía interior

La mente también tiene Cualidades, características peculiares que le hacen ser lo que es. Estas Cualidades son:
  • Inteligencia
  • Sabiduría
  • Amor
  • Paz
  • Belleza
  • Gozo y Alegría

Como psicoterapeuta, una de mis tareas es despertar la conciencia a estas facultades y cualidades y la mejor forma de hacerlo es usarlas. Creo que una combinación adecuada parte de comprender que significa cada una de estas palabras y luego combinarlas para percibir su efecto.

Por ejemplo, si requiero desarrollar un buen hábito entonces debo combinar facultades con cualidades. Si deseo mayor sensación de paz interior, conmigo mismo y con mi alrededor, podría combinar una serie de imágenes mentales de satisfacción mediante la imaginación.


Conclusión


Es importante conocer la estructura y función de la mente así como también es importante conocer las facultades y cualidades que la mente posee a fin de utilizar algo que nos ha sido dado como un regalo divino, como una herramienta para auto-trascendernos.

Al fin y al cabo somos nosotros quienes tenemos la autoridad sobre lo que pensamos, sentimos y actuamos y  somos nosotros quienes capitaneamos nuestra alma hacia un destino determinado.

domingo, 7 de julio de 2013

Filosofía y Salud Mental: acercamiento histórico a un cambio de paradigma.



Lobsang Espinoza, psicoterapeuta, semiólogo.












Introducción



Si la filosofía no alivia ninguna desventura, no es filosofía
Epicuro


                                                   
Para ubicar el contexto filosófico y psicológico que ahora nos aborda haré una primera referencia a la ciencia maestra: la filosofía.

El inicio de la filosofía científica principia con Sócrates (469 a.C). En su investigación de la naturaleza humana plantea un examen incesante de uno mismo y de los demás. Su famosa frase “conócete a ti mismo y conocerás el universo” se determinó como una guía deifica. Sócrates no propone una filosofía específica sino que comunica un estilo y un interés por la investigación.

Las ideas básicas de Sócrates son el conocimiento de sí mismo que al mismo tiempo implica la búsqueda de saber. Como consecuencia de estas búsquedas, llegará cada cual a la virtud, una forma de vida basada en la investigación y el autodescubrimiento. Saber y virtud se combinan y orientan el pensamiento occidental; el conocimiento (saber) y la práctica de ese conocimiento (virtud) completa la identidad del ser humano.

De esta manera, su sucesor, Platón, hiló todo su discurso basándose en esta idea “solo la filosofía puede realizar una comunidad humana fundada en la justicia”. Según la filosofía platónica, el pensamiento es el discurso que el alma mantiene consigo misma, es decir, el pensamiento es un diálogo interior en el que el alma se contesta y se pregunta a si misma.

Para Platón, vivir una vida adecuada implica tres valores: la prudencia (como ciencia), la sabiduría (la ciencia aplicada a la vida cotidiana) y la virtud (hacer siempre el bien) y estos mismos valores los vemos trabajados dos mil años después por la escuela psicoanalítica cultural. Karen Horney y Erich Fromm serán sus exponentes más preclaros.

Recordemos los trabajos de Fromm “Ética y Psicoanálisis”, “El miedo a la libertad” y “El arte de amar” donde este psicoanalista posfreudiano estudia las virtudes del amor: un amor productivo debe caracterizarse por el conocimiento, la responsabilidad, el cuidado y el respeto por uno mismo y por los demás.

En el siglo III a.C la filosofía aristotélica brillaba por su esplendor discursivo. La taxonomía, la clasificación y la sistematización del conocimiento instituyeron un paradigma racional, vertical y organizado que nos acompaña hasta el presente. A todos nos enseñaron a utilizar las palabras y los números de forma “lógica”, todos fuimos entrenados en la infancia a seguir una secuencia y luego en la adolescencia y adultez  nos enseñaron que cuando escribamos o presentemos una exposición es necesario hacer una introducción, el desarrollo de puntos fuertes y una conclusión. Todo eso se lo debemos al maestro Aristóteles.  

Sin embargo, entre el siglo III a.C y III d.C se desarrolló entre Grecia y Roma una filosofía  que daba más crédito al desarrollo de la virtud y la sabiduría, a la búsqueda y encuentro con la felicidad. Eran los estoicos, filósofos de la vida cotidiana. Esta escuela inspirará profundamente los estudios psicológicos de la terapia cognitiva de Aaron Beck y la terapia racional-emotiva de Albert Ellis ambos psicólogos del siglo XX.   

El cinismo y el epicureísmo, filosofías contemporáneas a los estoicos, reflexionaban desde el silencio y la rebeldía. El punto de vista de los cínicos y los epicúreos tiende a ser más crítico que conciliador y ante esta postura intelectual surgen los estoicos como una voz pacificadora, racional y conciliadora. Los estoicos son los filósofos de la mesura, la lógica y la razón aplicada a la vida de todos los días.

Filosofía Estoica y Salud Mental

Abbagnano, el célebre filósofo e historiador italiano del siglo XX resumía así las filosofías de la antigüedad:
“Para Sócrates la virtud es y debe ser ciencia y no hay virtud fuera de la ciencia. Platón concluye en el Filebo las profundizaciones sucesivas de su investigación diciendo que la vida humana perfecta es una vida mixta de ciencia y placer en la cual prevalece la ciencia. Aristóteles considera la vida teorética como la más alta manifestación de la vida humana y el mismo encarna y defiende con sus obras los intereses propios de esta actividad llevando todas sus investigaciones a todas las ramas de lo cognocible. Solo a partir de los cínicos se rompe por primera vez el equilibrio armónico entre ciencia y virtud; ellos acentuaron el peso de la virtud en detrimento de la ciencia y se hicieron partidarios de un ideal moral propagandístico y populachero, llegando a ser gravemente infieles a las enseñanzas de su maestro.

………la virtud se encuentra en la filosofía posaristotélica. La fórmula socrática, la virtud es ciencia, es sustituida por la fórmula la ciencia es virtud. El objetivo inmediato y urgente es la búsqueda de una orientación moral, a la cual debe estar subordinada, como a su fin, la orientación teorética. El pensamiento debe servir a la vida y no la vida al pensamiento……………la filosofía es todavía y siempre investigación. Pero investigación de orientación moral, de una conducta de vida que ya no tiene su centro y su unidad en la ciencia sino que subordina la ciencia a sí como el medio al fin. (Abbagnano, 1994)  

A lo largo de la historia, una de las principales fuentes de conocimiento fue la razón. Los socráticos, platónicos y aristotélicos habían configurado el mundo de la Ciencia. El razonamiento y la investigación orientaban las doctrinas posteriores a estos grandes maestros del pensamiento y durante 600 años sus ideas mantuvieron poder e influencia en el pensamiento occidental.  

Para el 300 d.C Grecia perdía influencia socio-política y Roma se transformaba en la capital del mundo. En ese escenario surge una escuela filosófica que pretendía reinterpretar las doctrinas clásicas y darle la vuelta a lo que ya se había cocinado de un lado, la razón y la ciencia. El lado masculino de la investigación.

Ahora, era el momento de analizar el otro lado de la filosofía: la virtud y la conciencia, el lado más femenino de la investigación, la intuición. Así, la filosofía estoica inscribe con sus ideas una forma alternativa de investigar. El estoicismo combina las antiguas doctrinas que estudiaban la razón con  nuevas interpretaciones de la realidad.

Abbagnano menciona que entre los muchos aportes a la filosofía, los estoicos destacaron especialmente en la definición de la lógica como dialéctica (todo se mueve). Sus contribuciones fueron además la teoría del significado (que es el origen de la semiótica estructuralista contemporánea), las teorías de la proposición y el razonamiento inmediato; las teorías del eterno retorno y de Dios como ÁNIMA MUNDI O ALMA DEL MUNDO; el análisis de las emociones, el concepto de autosuficiencia y la libertad del sabio; las definiciones de “valor” y ética; el saber identificar libertad y necesidad; el multiculturalismo, entre otras ideas que hasta nuestros días son motivo de discusión no solo académica sino cotidiana.

Gran parte de nosotros queremos saber hacia dónde vamos, cuál es el significado de la vida; queremos saber de la existencia de Dios o del adecuado comportamiento en sociedad, nos interesa saber qué es la libertad y como ejercerla; queremos entender cómo en el mundo contemporáneo podemos ejercer el multiculturalismo con inteligencia.

Los estoicos tienen mucho que decirnos ahora en pleno siglo XXI, en plena era de la información, en pleno escenario virtual. Ahora que gran parte de nuestra vida cotidiana está mediada por las redes de internet continuamos, como hace 1700 años atrás, en la búsqueda de un significado.

Como una demostración del pensar estoico leeré algunas instrucciones de vida que nos ha dejado uno de los más insignes representantes de la doctrina estoica: Epícteto

Epícteto, dice en su Manual de Vida:

“De todas las cosas del mundo unas dependen de nosotros y otras no. Depende de nosotros nuestros juicios y opiniones, nuestros movimientos y nuestros deseos, nuestras inclinaciones y nuestras aversiones, es decir, todos nuestros actos. Las cosas que no dependen de nosotros son el cuerpo, los bienes materiales, la fama, las dignidades y los honores, es decir, todas aquellas cosas que no entran en el ámbito de nuestros propios actos. Las cosas que dependen de nosotros son libres por su naturaleza misma, nada puede detenerlas ni levantar ante ellas obstáculo. En cambio, las que no dependen de nosotros son débiles, esclavas sujetas a mil circunstancias e inconvenientes y ajenas por completo a nosotros” (Epicteto, 1990)
 
Muchos siglos después, en el siglo XX, el profesor universitario de psicología Werner Wolf decía en 1950 que:

 “la pérdida del significado del yo en su relación con el mundo, en su relación con otras personas y sobre todo en su relación con la persona misma es el mayor síntoma general de los trastornos mentales……..el paciente debe aceptar sus buenas y malas actitudes como algo que le pertenece y no simplemente reprimir las mala o proyectarlas sobre otras personas. Después de esta aceptación del yo e paciente adquiere control sobre si mismo y la habilidad necesaria para cambiar su conducta” (Wolff, 1960)

La salud mental contemporánea se ha definido como un estado mental de bienestar en el que el individuo es consciente de sus propias capacidades. Cuenta con la habilidad de afrontar las tensiones de la vida cotidiana y trabajar de forma productiva

Otra definición de salud mental sería: “…. Un estado de bienestar psicológico y emocional que permite al sujeto emplear sus habilidades mentales, sociales y sentimentales para desempeñarse adecuadamente en las interacciones cotidianas.

Es decir que el ser humano tiene el poder de elegir como sentirse y que pensar. Desde la visión de los estoicos somos responsables de nuestra propia vida, de los actos, de los sentimientos y pensamientos propios. Tenemos libre albedrío. Y según las definiciones contemporáneas de salud mental, el ser humano equilibrado tiene la capacidad de decidir

Para medir la salud mental del individuo es necesario ver la otra cara, el lado enfermo de la psique.

Según David Rosenhan y Martin Seligman, 1989, existen algunos elementos que caracterizan la anormalidad psicológica:

·         El sufrimiento. Es el dolor del alma, la falta de confort, el malestar producido en algunos casos por causas biológicas como causas físicas o una disfunción corporal. En otros casos el dolor y el sufrimiento psicológico se derivan de ideas, eventos existenciales, recuerdos y otros aspectos no tangibles.

·         La conducta mal adaptativa. La adaptación describe la capacidad del individuo de interactuar con su medio ambiente, de afrontar los problemas de manera adecuada y de ajustarse y funcionar ante todo cambio dentro de las exigencias del entorno. Si esta adaptación no es posible, el síntoma emerge en forma de frustración.


·         La pérdida de control.  En Salud Mental, el control se refiere a la predictibilidad que a través del tiempo muestra una persona con respecto a su comportamiento. El individuo con autocontrol es predecible y la forma racional de actuar es tener un propósito para la actividad. Cuando el individuo pierde el control, usualmente la destrucción del obstáculo que causa la frustración está acompañado con explosiones de ira y posibles episodios agresivos.


Estados de bienestar psicológicos

Las investigaciones psicológicas enfocadas en la Salud Mental y desarrolladas a partir de la década de 1970 han llegado a establecer un modelo de bienestar que incluye 5 áreas vitales y doce sub-áreas.

Áreas Vitales 

  • Esencia y Espiritualidad
  • Trabajo y Ocio
  • Amistad y Amor
  • Autodominio    
Sub Áreas
  1. Sentido del Valor
  2. Sentido del Control
  3. Sentido Realista
  4. Conciencia Emocional
  5. Capacidad de Lucha
  6. Solución de Problemas y Desarrollo de la Creatividad
  7. Sentido del Humor
  8. Nutrición
  9. Ejercicio
  10. Sentido de Autoprotección
  11. Control de las Propias Tensiones
  12. Identidad Sexual e Identidad Cultural

Estas ideas calzarían perfectamente con la visión filosófica del existencialismo que ha sido una de las ramas filosóficas determinantes para comprender la salud mental.

Salud Mental y cambio de paradigmas

Desde la más remota antigüedad y hasta nuestros días, han existido y existirán enfermedades mentales. Nuestro trabajo como psicoterapeutas es aliviar el dolor y el sufrimiento subjetivos de quienes acuden a nuestro estudio.

En la edad media se consideraba al enfermo mental como un alma infeliz  poseído por algún demonio o sometido por las fuerzas oscuras. Solo a partir del siglo XVIII con la intervención del psiquiatra Pinel las condiciones del enfermo mental cambian. La medicina psiquiátrica se humaniza con el paciente y se dejan de aplicar soluciones drásticas, como baños en agua fría, giros a gran velocidad en máquinas diseñadas para ello y todo para “curar” al díscolo. Los enfermos mentales son agrupados en hospitales que luego tomarán el nombre de sanatorios  

Ahora, los métodos han cambiado notablemente y vivimos en un ambiente donde la salud mental ha pasado por fases bien definidas: el surgimiento de la psiquiatría médica, es decir, la visión organicista de la mente; el conductismo ruso de principios de siglo XX, el psicoanálisis de origen freudiano, las escuelas humanistas y actualmente los modelos de reprogramación como la PNL y el Coaching. Aunque no se debe dejar de lado la influencia actual de las terapias orientales como la aplicación del budismo en general y del budismo zen en particular.

Actualmente estamos familiarizados con nuevas terapia como el minfullness que es una aplicación del concepto milenario budista zen de la atención plena, del acto de vivir el presente como una responsabilidad personal.

Salud mental y espiritualidad. La visión de los estoicos.

 “La filosofía es el ejercicio de la virtud  (studium virtutis) aunque por medio de la misma virtud, ya que no puede haber ni virtud sin ejercicio, ni ejercicio de la virtud sin virtud” Séneca

Los estoicos plantean que el objetivo de la vida es alcanzar la sabiduría y la única forma de alcanzarla es el ejercicio de la virtud.

Quienes ejercemos la psicoterapia estamos en contacto diario con el síntoma, con la represión y es indispensable tener una base filosófica penetrante, profunda y sostenible.

Los estoicos pueden dejarnos una gran enseñanza si tomamos en cuenta el lado psicológico de su doctrina.

Epícteto puede resumir en una frase la interpretación que los estoicos hacen de la mente:

“Cada vez que te sientas asaltado por una idea perturbadora apresúrate a decir: te conozco, eres un puro engaño y no lo pareces. Después examínala bien y para sondearla profundamente emplea las reglas que te son familiares por haberlas aprendido, sobre todo, aquella que te hace saber si las cosas dependen de ti o no y si pertenece a estas, piensa sin dudar “nada me importa”.




martes, 19 de marzo de 2013


Del amor al odio hay más de un paso.
Interpretación psicoanalítica del amor y la fe.

Por: Lobsang Espinoza. Psicoterapeuta, Semiólogo.

El opuesto del amor no es el odio, es el miedo
Y el miedo es la ausencia de fe.
Un Curso de Milagros

A Cecilia, Saraí e Ignacio, mi familia

A Kant, Schopenhauer, Freud, Lowen y Fromm, mi otra familia


Introducción

Los seres humanos estamos acostumbrados al uso racional de nuestros recursos mentales. Estamos casi seguros que si lo podemos percibir con los 5 sentidos entonces es real y usualmente no le damos el crédito a aquellas cosas que sin ver, damos por sentadas. La digestión, la respiración, o la circulación son actos involuntarios mientras que el pensamiento y la imaginación son actos voluntarios y los dos, voluntarios e involuntarios, se afectan cuando las emociones encuentran un medio de descarga.

Dentro de esos actos voluntarios se encuentran la imaginación, la atención, la memoria, la emoción y el aprendizaje que hacen juntos un TODO interconectado que nos permite tener una vida con “cabales” aquellas viejas riendas que se les ponía a los caballos para que siguieran su ritmo sin perder el rumbo. Por supuesto, todos necesitamos emocionarnos por alguien más allá de nuestro narcisismo. Le ponemos atención a aquello que amamos, lo imaginamos saludable y feliz, lo recordamos con gusto, con placer y aprendemos conforme pasa el tiempo a amarlo con la misma intensidad aunque de manera distinta.

Recordemos que no solamente interpretamos la vida por la vía racional, el lado izquierdo del cerebro, además necesitamos una vía “irracional”, o mejor dicho, una vía creativa, el lado derecho del cerebro, y una forma de hacerlo es la paradoja.     

A diferencia de lo racional, una paradoja es un contrasentido. Se la usaba en la antigua China y en Japón para provocar en los discípulos una emoción insólita: la sorpresa.
A los monjes ZEN les explicaban el mundo en paradojas. “Cómo sería el sonido del aplauso con una sola mano”, por ejemplo.  Usualmente se nos hace difícil conciliar las paradojas que la misma vida nos plantea.

En nuestro siguiente relato encontraremos en el mismo lugar lo finito y lo infinito entretejido como la figura y el fondo, como el entorno y el medio.

Al salir a caminar por el parque, veo un árbol y desconozco realmente cuantas hojas tiene. Primera parte de la paradoja. En un espacio habitado por un árbol vive el infinito. Luego, admiro el verdor del árbol cuidado por el municipio y catalogado como “árbol nominado” y la combinación que este bello color verde puede producir con los otros más calientes a su alrededor, como el rojo, amarillo o anaranjado, o más fríos en un fondo más etéreo y astral, como el celeste, el índigo y el violeta es total, resulta en un encuentro emocional vertiginoso. Y para no irnos más lejos, ir al mercado de San Roque o al de Santa Clara a comprar frutas amarillas y anaranjadas, verduras rojas y violetas, azules y celestes y al encontrarme con las verdes hierbas para el asado me confirma que el amor tiene color.

Segunda parte de la paradoja, en un tiempo habitado por quiteños es muy posible encontrar todos los colores del arcoíris sin dificultad. Los siete colores, rojo, anaranjado, amarillo, verde, celeste, azul índigo y violeta se despliegan entre geranios, violetas, cactus, hiedras, guantos y bugambillas. Los siete colores habitan en Quito y sus alrededores. Y esos siete colores producen la gama infinita de gradaciones.

Ahora, entremos en materia.

Ejerzo la docencia universitaria desde hace 13 años y la psicoterapia desde hace 7 años. Mi interés por el psicoanálisis y la mente son añejas. Desde la infancia me deleitaba ver en la repisa de madera los libros de mi casa. Obras de psicopedagogía, psicología educativa y psicología infantil rondaban la sala de estudio y el cuarto de mi madre; ella fue profesora de infantes, leía constantemente estos temas y aplicaba los conocimientos psicológicos en la escuela en la que enseñaba porque sus alumnos la amaban. Creo que la amaban porque como a mí, mi madre les tenía fe, los motivaba constantemente y los felicitaba.

He optado por la psicoterapia como el modo de poner el pan en mi mesa por un llamado, un sentido de vida. Desde los 24 años enseño en la Universidad y a los 28 hice una terapia psicológica transpersonal que cambio mi rumbo de vida y desde entonces  he conocido en carne propia la mayoría de los sufrimientos que mis pacientes exponen en consulta. Me he dedicado a investigar cómo trabaja nuestro pensamiento y he confirmado que para amar a algo o a alguien verdaderamente debo conocerlo y debo tenerle fe además de cuidarlo y ayudarlo a crecer.

En esta conferencia divido el conocimiento en cuatro partes: Psicoanalítica, Fisiológica, Espiritual y Empírica. En Psicoanalítica escribo y leo sobre Freud y Fromm, una aproximación teórica al amor maduro. En Fisiológica escribo y leo acerca de la “anatomía” del amor, la parte neurológica de este organismo corporal que pulsa mecánicamente y ama psicológicamente. En Espiritual describo la relación entre el amor y la fe y finalmente en Empírica explico mis propias motivaciones y conclusiones sobre el amar.

Así que, sigamos adelante.


1.    Psicoanalítica
En el famoso libro “El Arte de Amar” de Erich Fromm, psicoanalista alemán, se menciona que un amor fructífero, uno que tiene meta, uno que quiere algo mejor para sí mismo y para los demás es el amor que tiene una orientación productiva y se caracteriza por la capacidad para amar al prójimo, la capacidad para ser humilde, el esfuerzo para lograr lo propuesto, la fe y la disciplina. Todas ellas características de un ser humano maduro.

Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis, describió cuatro tipos de caracteres psicológicos que están ajustados a fases de crecimiento y con ellas a zonas corporales erógenas. La primera zona está en la boca y se denomina fase oral. Todos hemos disfrutado de un delicioso dedo pulgar en la infancia, el nuestro, sustituyendo el pecho de mamá.  

La segunda zona está en el ano y se denomina fase anal. En algún momento de la infancia y hasta ahora en nuestra vida adulta, sentimos ese enorme placer de aguantarnos hacer caca. Fue uno de nuestros primeros accesos privados al goce.

La tercera fase llamada fálica responde a la zona de los genitales. Se auto descubre la masturbación y el placer emerge como un alivio de las tensiones internas.

Y finalmente, después de un par de años de latencia, vendrá la fase madura de la sexualidad humana, la fase genital. El individuo deja su propio narcisismo, su auto enamoramiento, y se entrega a una experiencia que le llevará a la madurez; se hace consiente que debe encontrarse a sí mismo en el otro.  Se da cuenta que debe ceder una parte de ese narcisismo para poder amar al otro. Se da cuenta que debe aprender a amar, a hacerse responsable y a cuidar lo que ama porque solamente lo que uno conoce puede amarlo profundamente y lo que uno ama crece.        .

La tipología ayuda al psicoanalista a trazar una ruta de camino terapéutico para apoyar a la persona que sufre psicológicamente.

Según Freud, existen personalidades orales, anales, fálicas y genitales cada una con su propio entramado que se arraiga en la psique de la persona misma. Los orales, por ejemplo,  tienen un lema particular: “Haz luego por mí lo que yo AHORA hago por ti” y suelen ser pasivos, maternalistas, poco hostiles; su carácter presenta rasgos de amabilidad, optimismo y generosidad.

Los anales también tienen su lema: “Quien me da algo es mi amigo, quien desea algo de mí es mi enemigo”, su forma de contactarse con los demás es bastante mercantilista y tienen preferencia por el dinero como instrumento que les facilita acaparar: ahorrar y acumular objetos (coleccionistas). Se caracterizan también por el orden, la pulcritud, la terquedad y el amor al poder de tipo sádico.

Los fálicos, en cambio, tienen una apariencia de fuerte seguridad en sí mismos, con arrogancia y una conducta altanera. Se anticipan a cualquier presunto ataque con agresión y suelen ser los provocadores de las peleas.

Estos tres tipos de caracterología psicoanalítica son fases normales del desarrollo psicológico, conductual y cognitivo del ser humano como hemos explicado en párrafos anteriores. En la adultez, la teoría dice que el humano que ha logrado pasar por todas estas etapas llega a un amor maduro, a uno en el que es capaz de darse y que se debe aprender. No solamente espera recibir o hacer las cosas por un beneficio futuro sino que también da porque ha madurado, porque se siente entero. El propio ser toma conciencia que debe abandonar paulatinamente su egoísmo y transformarlo en altruismo. Así se llega al carácter genital o maduro.

En los trabajos de Erich Fromm “El arte de amar”, “El miedo a la libertad” y “Ética y psicoanálisis” la atención del autor se concentra  en este amor maduro. Según Freud, el carácter genital o maduro presenta estas características: la ternura, la capacidad de amar y la productividad; el ser humano maduro psicológicamente responderá a las características más representativas de las etapas anteriores: amabilidad, amistad, iniciativa y energía del carácter oral; perseverancia y resistencia del carácter anal y razonable seguridad y confianza en sí mismo del carácter fálico.    

Erick Fromm pertenece a una generación impulsada filosóficamente por el existencialismo. Las décadas de 1950 y 1960, tiempos de posguerra, favorecieron la atención del público mundial hacia temas de corte teológico. Este público mundial estaba ávido de respuestas frente a lo absurdo del conflicto armado. Y el existencialismo satisfizo esta necesidad intelectual tanto para creyentes a través de la filosofía existencialista cristiana de Kierkegaard como para ateos mediante Sartre. Y esa oleada filosófica llegó también al psicoanálisis. Ya desde el siglo XVIII Kant, Schopenhauer, Nietzsche y finalmente Heidegger, todos de ascendencia alemana, desarrollaron el concepto de lo causal; según Kant, todos los acontecimientos del mundo físico están determinados causalmente y lo que percibimos es una representación de nuestro mundo interior. “Vemos las cosas no como ellas son sino como somos nosotros”

Ahora, el Psicoanálisis Social del que parte Fromm, acepta que la psicología puede ser la base para elaborar normas válidas y objetivas de conducta y con ello favorecer los cambios que cualquier sociedad necesita. Una de las formas para suscitar estos cambios es tener la plena conciencia de que el ser humano puede llegar a tener un carácter  productivo. Los humanos debemos identificar que en nuestra naturaleza ya existe la capacidad de ser bondadosos y fructíferos, es decir que estamos predispuestos y somos capaces de amar con bondad a la vez que puedo ayudarme a mí mismo y a los demás a ser provechosos para el bien de todos. El ser humano encuentra la realización plena de sus facultades y con ella su propia felicidad en relación y solidaridad con sus semejantes.

Para el psicoanálisis el proceso terapéutico está orientado a restaurar la salud mental mediante el uso de la razón y la verdad. En el discurso analítico se denominan orientaciones pregenitales a las etapas del desarrollo psicológico explicadas arriba como fase oral, anal y fálica. Son las fases previas al amor maduro. Durante la evolución psicológica del individuo, las características predominantes de un amor “pre maduro” serán las actitudes dependientes, insaciables y avaras. Mientras que el amor genital o maduro lleva al individuo al desarrollo de sus propias virtudes; al desarrollo productivo de sus talentos y al perfeccionamiento de los dones.

En la caracterología psicológica de Freud la virtud será el fin natural del desarrollo del ser humano. En este caso, la virtud consiste en aceptar la responsabilidad para consigo mismo y además en tomar conciencia que el significado de su propia vida se basa en el desarrollo de sus propios poderes, esto es, en el desarrollo de sus dones y talentos.

El ser humano psicológicamente maduro se relaciona con el mundo  a través de dos formas: reproductivamente, repitiendo lo que ha aprendido y generativamente, re-creando  lo aprendido de forma espontánea y nueva por medio de la actividad de los propios poderes mentales y emocionales.

Ahora veamos cómo funcionan las emociones

2.    Fisiológica

Las reacciones emocionales de los seres humanos aparecen antes que el razonamiento y la reflexión, esto es, desde la misma concepción. El nonato siente lo que su madre siente mediante el cordón umbilical. Recuérdese que las emociones primeramente son actos mecánicos. Luego, en milésimas de segundo, se procede a la interpretación de esa excitación corporal mediante procesos perceptuales.

La emoción significa movilizar, es decir, poner en movimiento el organismo. Científicamente, la emoción es la ruptura del equilibrio interno producido por un rompimiento de la continuidad. Nos ponemos rojos cuando alguien nos felicita; se nos agranda la pupila, sin nuestro consentimiento voluntario, cuando alguien nos agrada; sentimos como se nos hiela la sangre cuando algo nos da pavor. Las emociones son estados psíquicos. Podemos hacer una comparación. El cuerpo humano necesita refrescarse y mantener una temperatura normal. Cuando algo en nuestro cuerpo no funciona adecuadamente, una bacteria, un parásito, la fiebre es la principal aliada del cuerpo. Calienta a la bacteria hasta matarla hervida literalmente.

De la misma forma, la emoción aumenta o disminuye la energía del organismo así como el cuerpo aumenta o disminuye su temperatura para mantener el equilibrio. Tal como los procesos mentales de aprender y memorizar están relacionados y son fundamentales al raciocinio, la emotividad es esencial para la vida psíquica. Necesitamos expresar emociones. Muchos ciudadanos que vivieron en regímenes políticos autoritarios donde estaba prohibida la demostración de afectos, prefirieron el suicidio. La falta de expresión de afectos sigue perturbando la mente de personas que por razones políticas, religiosas o educativas mantienen un Súper Yo, el lado autoritario de la mente, extremadamente dictatorial y represivo.

 Las emociones están relacionadas con los reflejos, la actividad glandular, la presión arterial, la actividad visceral y con las asociaciones mentales. El sentimiento, que es una emoción fluctuante, permite nuestra adaptación a los procesos vitales y la emoción propiamente dicha siempre va acompañada de excitación, por lo tanto, la emoción es una falta de adaptación y para regresar a este equilibrio el cuerpo genera alguna descarga corporal (mecánica) o emocional (glandular). Así, las emociones excitantes tienden a volver al anterior estado de fluctuación en la dinámica de la personalidad.

3.    Espiritual

¿Por qué es saludable tener fe?
El miedo existencial es una constante en la vida del ser humano. Una vez que se ha desprendido de su madre, ha dejado de lactar, se ha alejado del pecho el humano empiezan un proceso de adaptación a un medio lingüístico. Se enfrentan a las palabras, al significado de la vida. Y eso en la especie humana puede generar desesperación. Su misma supervivencia está condicionada por el uso del lenguaje, verbal o no verbal.

Una de las características de un individuo depresivo es la falta de fe. El miedo, la desaparición de soportes ontológicos y la ausencia de esperanza son parte de un cuadro frecuente en el paciente deprimido. Las crisis por las que todo ser humano “normal” debe atravesar se hacen, para el depresivo, una carga gigantesca que solo con la fe se puede aliviar y, si la circunstancia lo amerita médicamente, con el uso de fármacos.

Pero, ¿qué es la fe?

En mi contexto laboral veo con frecuencia una constante en la persona dolida, golpeada por las emociones descontroladas de la desesperación y la zozobra, veo la desesperanza. “Ya nada será igual, sería mejor estar muerto, para que vivir” responde el consultante ante su terapeuta. En sus ojos se percibe claramente su desconfianza para volver a estar mejor; la incredulidad y la duda le acompañan a cada paso que da y su cuerpo se enferma con mayor facilidad. Las defensas físicas del sistema inmunológico fallan y cualquier gripe puede enviar de un tirón a la cama a quien ha descuidado su fe.

El paciente sin fe, depresivo o no, pierde el impulso para alcanzar sus metas, disminuye notablemente el deseo de comunicarse y su afán de esforzarse para conseguir cualquier cosa casi ha desaparecido. Usualmente, la manera de aliviar la tensión psicológica se manifiesta como un exceso en la búsqueda del placer; esta búsqueda, que a la larga es dolorosa, se sacia consumiendo objetos, sustancias, comida y cualquier cosa que disminuya ese malestar, aunque temporalmente.

Relacionado con la fe, el difunto psiquiatra neoyorquino Alexander Lowen mencionaba que es necesario expresar la fe y una de las formas de hacerlo es amar. “un acto de amor es una expresión de fe y quizá la más sincera que se pueda hacer. En el acto de amor uno abre su corazón al otro y al mundo. Esta acción, que llena a la persona de una alegría inexpresable, le expone también a un daño profundo……La persona que no tiene fe no puede amar y la persona que no puede amar no tiene fe”

Así mismo, en el dogma cristiano la fe es  una virtud teologal que consiste en creer las verdades de la religión sin ver. En el libro del Nuevo Testamento, Hebreos capítulo 11, verso 1, la Biblia afirma que la fe es “aferrarse a lo que se espera, es la certeza de cosas que no se pueden ver”

Usualmente asociamos la fe al buen concepto que se tiene de alguien o de algo;  cuando tenemos fe, confiamos en nosotros mismos, en las personas y en las cosas que nos rodean; les damos crédito, les ponemos atención. Experimentar la fe dota de seguridad a quien la siente y le permite aseverar que una cosa es cierta. La fidelidad, la verdad y la sinceridad son los valores más cercanos que acompañan a la fe y se la aplican a la cotidianidad cuando confiamos y damos crédito a lo que estamos haciendo.

Muchas veces, cuando se habla de la fe, se debe entender el concepto desde una perspectiva amplia, distinta a la percepción habitual, la religiosa judeo-cristiana. La fe llega a ser un factor determinante en la vida misma. Todos los seres vivos, plantas, animales y humanos, sabemos  que algo nos fluye dentro. Schopenhauer, el filósofo alemán, le llama VOLUNTAD.  En las plantas es la sabia bruta, en los animales, el instinto. Sin embargo, los humanos damos por hecho que el corazón late y la vejiga se llena, es orgánico, axiomático, natural; es cuestión de fe. La fe va más allá de la confianza y se enraíza en una certeza inefable. Y cualquiera sea nuestra creencia religiosa, la fe la trasciende. 

Esa fe se incrementa cuando en la vida existe una voluntad, una motivación, un sentido. En psicología se conoce a esa motivación como “La voluntad del sentido”. Esta voluntad de sentido es una teoría desarrollada después del holocausto Nazi por el médico austríaco Víctor Frank. Contextualicemos: psiquiatra judío, 1940, Nacional Socialismo. Como médico psiquiatra y residente forzado en los campos de concentración, Frank comprendió que una de las motivaciones fundamentales para continuar con la vida era saber si ésta tenía algún sentido, algo sobre lo cual sostenerse. La vida, como la voluntad, necesita por sí misma para manifestarse de un soporte, de una representación.

El concepto de “VOLUNTAD” había sido estudiado a mediados del siglo XVIII por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer. Él afirmaba en su filosofía que la voluntad es la fuerza que mueve todo y que esa voluntad necesita visibilizarse. Lo hace en forma de re-presentación, es decir asumiendo una forma que bien puede ser mineral, animal o humana. La voluntad necesita  visibilizarse y siempre consigue representarse.

En el siglo XIX, a este estudio de la “VOLUNTAD” de Schopenhauer se le unirá otro filósofo coterráneo, Frederick Nietzsche. Nietzsche desarrolla la idea que dice que el ser humano responde a una voluntad de poder. Necesita del poder para realizarse. Necesita de la autoafirmación. Esta teoría la seguiría posteriormente Alfred Adler psicoanalista vienés quien desarrolló la teoría psicoanalítica de “la voluntad de poder”.

Ya en el siglo XX y después de la publicación del texto “La Interpretación de los sueños” el fundador del psicoanálisis Sigmund Freud desarrolla la idea de la voluntad del placer; el ser humano responde a la satisfacción de sus instintos. Todo en la vida, según él, se resume a una simple cosa, obtener placer para mitigar el dolor aunque resulte ser paradójicamente destructivo.

Retomando el tema de la fe, bien podemos decir que la persona que tiene fe es fuerte, su vida tiene sentido. La fe del individuo puede verse en la expresión lingüística y no lingüística. Su vitalidad interior como ser viviente se manifiesta en sus acciones. La fe hace fuerte al individuo porque lo pone frente a su propia vitalidad que es la medida de la seguridad que el individuo siente hacia sí mismo y hacia la vida. Lowen dice que la fe es la fuerza que une al hombre con su futuro.

De cómo el poder disminuye la fe y como la fe no requiere del poder

Desde una visión psicoanalítica, la fe tiene dos lados: uno consciente, conceptualizado como una serie de creencias o dogmas y otro inconsciente, ese sentimiento inexplicable de confianza en la vida que subyace a las creencias, que va más allá de lo que entendemos por doctrina religiosa y que dota de vitalidad y sentido a la forma. La fe es la innegable confianza en algo que los sentidos no perciben. Algo que trasciende al ser humano y lo pone en relación consigo mismo y con lo que le rodea. La fe lo contacta con el exterior mediante su propio universo interior.

Sin embargo, muchas veces se confunde a la fe con el poder. El poder lleva consigo aparejado al miedo. Como seres humanos, 50% biológicos, somos criaturas que necesitamos seguridad, no solo apelamos a nuestros instintos. Hay ese otro 50% más, el civilizatorio civilizado, y requiere de una manifestación visible y la forma prototípica es el poder.

El poder se entiende académicamente como el dominio, la facultad y la jurisdicción que uno tiene para mandar o ejecutar una cosa y generalmente el humano ve su presencia, la del poder,  como una forma de asegurarse ante las posibles dificultades de la vida. A mayor poder, mayor sensación de seguridad. La dificultad está en la voracidad adyacente al poder, el ser humano parece no contar con el suficiente poder como para sentirse seguro. Siempre quiere más.

El poder, a diferencia de la fe, es una fuerza impersonal. Puede como no estar y se experimenta el miedo a perderlo; entonces, cuando el poder se incrementa, le sobreviene la codicia. Quien tiene poder es envidiado, sabe que los demás intentan arrebatárselo. No así para el que tiene fortalecida la fe tal como si de  un músculo se tratara, porque quien confía en lo que los ojos no ven será bendecido con la certeza.

Psicológicamente, el poder presenta una paradoja, tiene dos lados al igual que la fe. El lado exterior que parece proveer un grado de seguridad a quien temporalmente lo posee y el lado interior, en cambio, que no deja en paz a su poseedor. Para quien tiene el poder, su relación consigo mismo y con los demás es inestable, volátil, podría estallar en cualquier momento. Quien posee poder debe mantenerse vigilante, constantemente a la defensiva. Como menciona Lowen, un ego inflado por el poder precede y puede ser responsable de una ruptura en la estructura social o en la personalidad individual.

El caos de “agarrarse al poder” ha sido en nuestro país una forma de manejar la política y una clara forma de inseguridad existencial para los ciudadanos. No se nos ha enseñado a tener fe en la Política y menos aún en los políticos. Se nos ha enseñado a tener fe en un dogma en particular y de esta manera, nos hemos identificado sólo con la parte consciente, el lado superficial de la fe y la realidad. Cuando le damos importancia a las cosas superficiales suele suceder que se pone mayor énfasis en las diferencias. Las diferencias justifican y racionalizan los conflictos y la lucha por el poder.

De esta manera, la fe se opone al poder en que no busca tener el control. Un ego inflado, sin sustancia y con poder, vivifica la sensación de control y se separa de los valores espirituales tradicionales que le hemos asignado a una fe más completa: sentimiento de unidad con el prójimo, sentimiento de unidad con la naturaleza, placer de la respuesta espontánea. La fe y la espontaneidad son la base de la actividad creativa y al combinarse producen un gusto especial y único por la vida, por lo tanto, se tiene fe en la vida misma.

Al igual que la fe, el ego también tiene sus “valores”; según la psicología freudiana, el ego se debe a la individualidad y al control cuando estamos creciendo. Cuando somos niños o adolescentes actuamos para nuestro propio beneficio la mayor parte del tiempo. Respondemos a un instinto básico, el de auto conservación y a medida que crecemos y “maduramos”, incluimos en nuestro arsenal instintivo una nueva herramienta, el conocimiento. 

Junto a lo individual y a la necesidad de tener el control se urde un tejido que nos lleva a la madurez, ya no solo pensamos en nosotros mismo sino que nos abrimos a los demás desinteresadamente. La manifestación del amor maduro es la responsabilidad de verse a sí mismo y al otro siendo productivos, desarrollando los talentos y puliendo los dones.

Nuestra sociedad manifiesta en muchos de sus aspectos visibles como el mercado, el transporte, o la empresa dos emociones ligadas a la búsqueda y al encuentro del poder: la violencia, la parte activa y la depresión, la parte pasiva. Estas dos emociones son reacciones al sentimiento de impotencia y lo que cura esa impotencia es la fe. En el amor no hay temor y en el amarse a sí mismo y al otro está implícito el conocerlo, respetarlo, cuidarlo y hacerse responsable de hacerlo crecer.
4.    
Empírica
 Al egoísmo solo puede oponérsele el pluralismo,
esto es, aquel modo de pensar que consiste
en no considerarse ni conducirse en el mundo
 como encerrado en el propio yo, sino como
un simple ciudadano del mundo.

Antropolgía, Immanuel Kant,1798

Sufrir es sentir un daño, padecer una enfermedad, experimentar pena.

En consulta trabajo con el dolor psicológico y sé lo que es. La ciencia dice que una depresión profunda ocasiona el mismo dolor corrosivo que una quemadura de tercer grado; la depresión lacera y anula y si no se la trata quien la padece vive una vida infeliz y hace infelices a los demás.

Desde hace 6 años conozco el sufrimiento judicial. Una demanda contra una institución financiera me hizo trizas la mente y viví la verdadera depresión mayor, la depresión bipolar. Conocí los intestinos de la justicia y vi su contenido.

Al final, luego de este tiempo, me he hecho más enérgico y tal como dice Nietzsche “Lo que no me mata me hace más fuerte”. Ésta experiencia ha hecho de mí, paradójicamente, un hombre de paz. Alguien que se ha empeñado en vivir para la paz a través del lenguaje.

Y una de las formas que he comprobado por mí mismo y recomendado a mis pacientes para tener paz es la oración. No importa nuestro credo religioso, todos necesitamos orar. Orar es entrar en ese hermoso espacio interno al que todos podemos acudir y al que nadie que nosotros no queramos pueda entrar para tomar fuerzas, para hacernos más sabios, para descansar. La oración nos hace fuertes y nos hace amantes porque cuando estamos en ese espacio interno nos conocemos mejor y sabemos de lo que estamos hechos, de fe, de amor, de razón. 



domingo, 20 de enero de 2013



La Piedad y el descontrol contemporáneos, análisis semiótico de las fotos ganadoras del World Press Photo, 2012

Autor: Lobsang Espinoza, semiólogo, psicoterapeuta

La interpretación de las imágenes es producto de un proceso perceptivo que involucra a los sentidos y en este caso la vista.

De hecho, desde que el ser humano ha tenido conciencia, siempre ha querido dejar un rastro tras de si y a lo largo de la historia lo ha hecho en una pared, en un muro; en la actualidad, los usuarios de las tecnologías informacionales requieren de pantallas y sobre ellas requieren un “muro” como es el caso de la red social Facebook. Allí, amigos y desconocidos dejan una marca, una huella, una impronta para que su existencia quede patentada.

La imagen (del latín imago y esta del verbo imitari) es una re-presentación; la imagen significa volver a presentar algo pre existente y expone al perceptor a un proceso de decodificación e interpretación. La imagen es algo ilusorio. Barthes la asumen como una resurrección, la vuelta a la vida de algo que ya había muerto. Una imagen fotográfica es eso: volver a vivir lo que ya estuvo allí.

Así, la fotografía es un tipo de imagen visual crudamente franca y en el contexto del World Press Fhoto se evidencia de manera casi epidérmica: las carnes sanguinolentas que impregnan las calles en Beirut, la madre que toma a su hijo entre brazos en Yemen, la pesca del atún en Italia o las exploraciones en las magníficas cuevas de Vietnam nos muestran la RE-PRESENTACIÓN de un “haber estado allí”. Así mismo, Barthes trata a la fotografía como un signo discontinuo, una disrupción en medio del texto lingüístico. Por lo tanto, la foto para este semiólogo francés, vibra por ser polisémica, los múltiples significados denotados y/o connotados explotan por todas partes.  

Ahora, en las fotos del Word Press Photo los escritores con luz, los fotógrafos, enfatizan su teleobjetivo y ponen atención a una sola parte de la realidad capturada. Cuando se hace fotografía, se aísla una “Parte” de un “Todo”. Se cumple la ley de la Gestalt: para que exista la percepción de una forma se requiere de la percepción de un fondo. En otras palabras, en la fotografía ese fondo es la explicación que acompaña a cada imagen, ese fondo es el pie de página . También el fondo es lo que explica, en varias ocasiones, el contexto.

A lo largo de los últimos 110 años, la fotografía se ha transformado en una herramienta informativa sin precedentes. La instantaneidad del momento, la lascivia voayerista del cuerpo descarnado, de la imagen impactante hacen de la fotografía informativa o documental un plato que nos servimos todos los días en los medios impresos y virtuales.

Y en palabras de la intelectual Susan Sontag, quien se comprometió a criticar el establishment de su país, EE.UU y también tomó partido contra los horrores de la guerra: “.…las fotografías de las víctimas de guerra son en si mismas una suerte de retórica. Reiteran. Simplifican. Agitan. Crean la ilusión de consenso” y un par de párrafos más adelante dice “…Las fotografías son un medio que dota de “realidad” (o de “mayor realidad”) a asuntos que los privilegiados o los meramente indemnes acaso prefieren ignorar.” La fotografía es un punto límite entre el sentido y el sinsentido. Todos hemos experimentado el sinsabor de decir “….esto no tiene sentido” al mirar algunas fotografías cuya crudeza nos desvela y desconcierta.

 
 La piedad contemporánea


 

Ser espectador de calamidades que tienen lugar en otro país

es una experiencia intrínseca de la modernidad, la ofrenda

acumulativa de más de siglo y medio de actividad

de esos turistas especializados y profesionales

llamados periodistas. Las guerras son ahora también

las vistas y sonidos de las salas de estar.

 

Susan Sontag,  Ante el dolor de los demás,2003.


Piedad es una palabra que connota (se interpreta) y se asocia con la misericordia; significa compasión hacia los demás y por si misma es parte de la naturaleza humana. Evolutivamente, la piedad es un sentimiento que ha permitido conservar la especie. Asimismo, la piedad es también una forma de entender el mundo. Se relaciona con las ideas religiosas, principalmente cristianas, de protección y conmiseración hacia el otro; entonces piedad es ponerse en los zapatos del otro, tener empatía.

Recíprocamente, en la fotografía ganadora del World Press Photo atribuída a Samuel Aranda, el parentesco con la famosa escultura de Miguel Ángel, La Pieta, es innegable.

En su ensayo, Sontag corrobora la brutalidad de la guerra y atribuye a las fotografías reacciones emocionales ambivalentes; para ella, las fotografías de guerra o de atrocidades se pueden transformar en“…Un llamado a la paz. Un grito de venganza. O simplemente la confundida conciencia repostada sin pausa de información fotográfica, de que suceden cosas terribles”

Y creo que Aranda lo sabía. Sabía que su fotografía iba a impactar. Desde hace quinientos años la iconografía contemporánea ha estado saturada de imágenes religiosas. La Pieta de Miguel Ángel, imagen multifacética del Renacimiento, ha acompañado la pedagogía cristiana del dolor y el sufrimiento. Ha sido una de las marcas que, junto a la Sagrada Familia y a la Santísima Trinidad, han dejado una profunda impronta en la memoria de los pueblos cuyas representaciones visuales e iconográficas judeo-cristianas dejaron huella indeleble alrededor del mundo occidental.

En la fotografía de Aranda, cuya potencia está destinada no solo a un público particular, la gente de Yemen, sino a cualquier espectador, algo se vuelve real; el espectador deja el estado plano, monótono y “continuo” de la “normalidad” y entra en la discontinuidad, la sorpresa, el inicio de algo nuevo;  la disrupción de lo cotidiano metamorfosea hacia lo “irreal”. La fuerte connotación de irrealidad se atribuye a la ausencia de referentes previos; el deslave de significados crea la ilusión onírica, “fue como un sueño”. Seguramente Aranda no lo creyó cuando ganó el primer premio.   

Estructuras superficiales del relato iconográfico de Samuel Aranda.

Según la semiología de Roland Barthes, una imagen fotográfica tiene un sentido intencional. Aunque es un signo discontinuo, la fotografía presenta un mensaje literal. En este nivel del análisis, superficial y denotativo, la fotografía de Aranda no es sustancial en cuanto a sus elementos. Una mujer con vestimenta negra y unos guantes quirúrgicos blancos manchados sostiene a su hijo semidesnudo. Ella lleva una cartera celeste y no se sabe si él lleva ropa por debajo de la cintura. Al lado derecho de la imagen se ve una silueta de lo que parece ser otro joven menor de treinta años; su tono de piel y su clavícula denotan su edad.

Estructuras profundas del relato iconográfico de Samuel Aranda.

En un nivel profundo de análisis, análisis connotativo, la fotografía ganadora del Word Press Photo es completamente relacional, interconectada y, a través de la imaginación, esta fotografía genera asociaciones mentales. Pasa de lo sustancial, lo que se ve, a lo conectivo.

De esta manera, las ideas implícitas que generan estas imágenes estás vinculadas con fenómenos político-religiosos. La vestimenta de la mujer evidencia un contexto musulmán; Yemen tiene como religión oficial el Islam y el presidente Ali Abdullah Saleh, que ha gobernado por 33 años, será depuesto dentro de poco. Las protestas callejeras han llevado a muchos jóvenes a las calles de Saná la capital de Yemen para reclamar por las injusticias de Saleh.

Entre estos jóvenes está Zayed, 18 años. Ha sido impactado por alguna de las explosiones en Zubairy Street, la calle principal de la ciudad. Su madre, quien con toda seguridad estaba extremadamente estresada, lo estaba buscando por segunda ocasión dentro de una mezquita que sirvió de hospital, tal como cuenta la leyenda que acompaña a la foto. Según el texto, Fátima al-Qaws madre de Zayed, sabía que su hijo era uno de los insurgentes que protestaban contra los 33 años de opresión del gobierno de Saleh.

Además, los guantes quirúrgicos que la madre lleva puestos implican un contexto aséptico, desintoxicado. Afuera, la guerra se lleva a cabo y adentro, al interior de una mezquita, se ha improvisado un hospital, un espacio esterilizado donde Aranda capturó la mejor foto del 2012.   

Por consiguiente, esta imagen conmueve y la conmoción, según Sontag, se ha convertido en la principal fuente de valor y estímulo del consumo.  En el Renacimiento italiano, la conmoción se propiciaba cuando se inauguraba una escultura o una pintura de Miguel Ángel. Los obispos, reyes y cardenales asistían al develamiento de aquellas obras como si se tratara de una nueva edificación de suma importancia para una ciudad actual. Siguiendo a Sontag, el tormento en las representaciones cristianas se manifestaba en el arte renacentista como un espectáculo, algo que se admiraba o se ignoraba.

En la escultura Pieta, la virgen María, abnegada, piadosa y sufrida, se muestra como el  ideal renacentista; en la fotografía de Aranda en cambio, predomina lo tosco, lo espontáneo y lo imperfecto. El periodista registra una imagen que deja de tener nacionalidad tal como el mismo fotógrafo la pierde al tomarla. La foto se transforma en una imagen pública, está al alcance de todos.

la nacionalidad del fotógrafo y la afiliación nacional periodística eran, por principio, irrelevantes. El fotógrafo o la fotógrafa podían ser de cualquier lugar. Y su demarcación era el mundo. Eran andariegos y las guerras de especial interés (pues había muchas), su destino predilecto”        

 
 Conclusión

Las fotografías están cargadas de significado. Y, así como las intenciones del fotógrafo no determinan la significación de la fotografía, las imágenes dirán mucho más de lo que a simple vista denotan.

Una lectura semiótica es por naturaleza un acto antropológico, un acto humano y por lo tanto sensible de interpretación. Aquí se ha demostrado como un acercamiento a las estructuras de la imagen, superficiales y profundas, pueden transformarse en herramientas hermenéuticas adecuadas para la formación de un criterio personal acerca de lo que estamos viendo como espectadores de una realidad. 

Salvando a la “novia” desesperada
Amores extremos: intento fallido de suicidio
 

Los sufrimientos que más a menudo se consideran dignos de representación son los que se entienden como resultado de la ira humana o divina.

Susan Sontag, Ante el dolor de los demás.

Uno de los mayores problemas que aqueja al individuo de toda sociedad, sea ancestral o posmoderna, es la falta de autocontrol. Las pasiones desordenadas, desde antiguo, imperan en las comunidades humanas y junto a ellas, el descontrol también gobierna muchas de relaciones interpersonales. Un noviazgo frustrado lleva a una persona a experimentar un verdadero maremágnum de emociones volcánicas y sentir que la única solución para detener esta envolvente sensación de vacío es lanzarse al vacío.

La joven fotógrafa china Li Yang, quien se dedica a fotografiar bienes raíces para una revista especializada, captura este momento impresionante. A sus 32 años Yang ha decodificado uno de los retos vitales que para muchos se transforma en problema: amar a otro fuera de sí mismo. De la misma forma que Freud habla de un sacrificio del propio narcisismo al decidir  amar al otro, pues uno entrega parte de su amor propio al otro, Yang re-presenta icónicamente la pérdida de control de uno mismo por el exceso de amar. Las pasiones descontroladas pueden matar.


Estructuras superficiales del relato iconográfico de Li Yang

El edificio de apartamentos ocupa el fondo de esta figura. La atención se concentra y dispersa alrededor de un edificio de apartamentos cuya figura central es una mujer joven demacrada, parece estar sin maquillaje e inclusive inconsciente. Las personas aledañas tratan de ayudar desde arriba y desde abajo; la pobre víctima está en un limbo y no se puede augurar a simple vista quien hace que. Unos tiran hacia abajo y otros  hacia arriba y la confusión propia de estos momentos no permita saber que sería mejor, que los de arriba la jalen o los de abajo hagan lo mismo.

En el lado izquierdo de la foto se observa a dos testigos absortas que miran y no creen lo que pasa y aún así siguen allí para saber en que termina el episodio. Fotografiar es valerse del encuadre y la foto una vez encuadrada, excluye.

Sontag afirma que “…Queremos que el fotógrafo sea un espía en la casa del amor y de la muerte y que los retratados no sean consientes de la cámara, se encuentren con la guardia baja”

Estructuras profundas del relato iconográfico de Li Yang

En la parte inferior izquierda de esta fotografía una mujer madura, vestida con una blusa de color rojo intenso, como si se tratara de un infernal demonio, fisgonea este intento fallido de suicidio. Igualmente el hombre de la parte central inferior derecha ayuda a la novia desesperada y no se sabe si a subir o a bajar.

De esta forma, la propia novia se asume a sí misma como indefensa, golpeada por la vida que le ha entregado a cambio de cuatro años de compromiso una negativa para el matrimonio. Sus ojos parecen estar cerrados como negándose al rescate. No hay indicios de voluntad personal; que todo lo hagan los demás.

La paradójica relación entre el arriba y el abajo de la vestimenta nupcial de la mujer la hace ver como un ángel que cae de un piso a otro. Un ángel rescatado de las garras de la muerte apócrifa: un suicidio.

Uno de los indicadores de la locura es el deterioro de la percepción visual, no en el sentido literal sino en el filosófico. Se pierde la cabeza cuando no hay ni norte ni sur, cuando todo se confunde con el todo y la continuidad de la vida se hace discontinua, extraña, nueva. El muro sobre el que extrañamente “reposa” la novia hace alusión a ese momento límite: pequeños mosaicos de cerámica intercalados asimétricamente dejan la sensación de discontinuidad y desequilibrio. Si ese muro fuera un piso posiblemente causaría ansiedad cruzar por él. Al parecer, la fotografía de Yang captura una mala jugada en el ajedrez que es la vida misma.

Esta fotografía nos enfrenta a una lectura denotativa icónica. En esta imagen, existe una asociación de elementos carentes de sistema, la imagen en si misma representa el salvataje de una mujer suicida y más allá de ello están implícitas las relaciones sígnicas, relaciones de significado emocional y sentido existencial: el abandono, el miedo al compromiso por parte del novio y básicamente la falta de autocontrol de la novia.

Realmente podemos ser los dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos y/o fotografiamos y de nosotros depende si estamos dispuestos a pagar el precio de conseguir lo que queremos.

Y para concluir cito a Sontag

“Las fotografías que representan el sufrimiento no deberían ser bellas, del mismo modo que los pies de foto no deberían moralizar. Siguiendo este criterio una fotografía bella desvía la atención de la sobriedad de su asunto y la dirige al medio mismo por lo que pone en entredicho el carácter documental de la imagen. La fotografía ofrece señales encontradas. ¡Paremos esto, nos insta. Pero también exclama ¡qué espectáculo!