viernes, 27 de noviembre de 2009

Valor templado con la rectitud


Esta es la última entrega del análisis del texto de Yingming, espero que haya sido de utilidad y más que nada que se lo pueda poner en práctica en la vida cotidiana.
A medida que vamos adquiriendo confianza con las cosas que hacemos, con las palabras que decimos y con las actividades que realizamos entramos en un contacto muy íntimo con lo aprendido. Hemos pasado a una fase de dominio sobre lo que ya ha sido procesado y comprendido. Y allí viene el valor.

El valor es considerado de manera muy subjetiva como algo a lo que se le pone un precio, a lo que se le da importancia. Cuando algo carece de él no se le dirige ni siquiera una mirada, así, las cosas que en nuestra vida son valiosas, son las más atentas, las más llenas de luz.

Y a ese valor, que se lo logra a través del esfuerzo, se le añade un peso simbólico que es la confianza. Una vez que se sabe como hacer algo se adquiere el valor para repetirlo vez tras vez hasta que puede hacerse sin ningún esfuerzo. Y en ese momento puede venir la excesiva confianza y desembocar en un acto atrevido que puede llevar a la perdición.

Y antes que asome la cabeza el arrepentimiento de hacer algo que no estaba previsto por haberse excedido en la confianza viene como un bálsamo la rectitud.

Ser rectos es tener la clara conciencia que el viraje puede ser doloroso o inclusive peligroso. Y la rectitud nos sirve como una guía, una palanca o una clarividencia acerca de los hechos que vendrán dentro de poco.

Por eso es importante temperar el calor fogoso del valor con lo calmo de la rectitud.

Como siempre, la decisión es muy personal.

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