martes, 16 de junio de 2009

Sobre las soledades necesarias

Quince son los minutos mínimos que todos los días requerimos para entrar en nosotros mismos y hacer una pequeña inspección del material que está flotando en ese momento.

Ese breve tiempo se transforma en un ritual al que presurosos debemos acudir para tomar fuerza, para cargar las baterías o simplemente para respirar profundo y darnos cuenta como funcionan nuestros pulmones.

Se hace necesario en nuestro contexto urbano, repleto de CO2, de asfalto y de edificios que no deleitan a la vista, tomar una pausa y hacer las paces con nuestra postura vertical y decir UFF!! un respiro por favor!!

Y mientras esos minutos transcurren es indispensable ser consciente hasta el extremo, tener las pequeñas alegrías de las que habla Hesse al ver a un ave migratoria posarse en los árboles de un país que no es el suyo o ver a un quinde revoloteando hasta el paroxismo con un pico enorme o una cola descomunal o ver también la sombra de la montaña a medida que el sol le va dejando una estela. Eso es lo que necesita el alma como un bálsamo, como una condición para no perder su camino, como una advertencia para que la insania mental no acompañe el derrotero de la transformación y el deleite de saberse vivo.

2 comentarios:

  1. Es reconfortante saber que mis 15 minutos diarios empezaron con esta lectura. Cabe muy bien aquella frase biblica de mirar en nuestro ojo la viga atravesada antes que la paja en el ojo ajeno, pues en esos quince minutos se debe pensar en uno y dejar de preocuparse por lo otro... Eso es lo que le falta al mundo, detenerse para pensarse

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  2. Parar! Qué importante, qué sencillo, qué necesario... y a veces que dejado a la ligera.. y junto a este parar el silencio que nos permite ver, escuchar y sentir el alrededor, pero más allá del exterior, ese interior que grita, habla, canta y revela grandes enseñanzas....

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